Página 22 del número 100, de septiembre de 2004
pg 40 10/8/04 08:52 Página 1 OPINIÓN El peso económico de las cooperativas agrarias Ricardo Martín Presidente de Urcacyl y de la Confederación de Cooperativas Agrarias de España (CCAE) P ocas empresas, de las que se asientan en el territorio de Castilla y León, tienen tanta vocación de permanencia en el medio en el que se instalan y están ligadas a sus gentes como las cooperativas agrarias. A esta realidad constatable hay que sumar otra de no menor importancia, y es que en el ránking empresarial de las provincias de nuestra región muchas de las empresas asociativas se encuentran entre las que tienen una mayor facturación, y más aún si en ese listado no se incluyen las sociedades de capital foráneo o de carácter multinacional que, por otro lado, carecen de raigambre territorial. Como reflejo de la importancia de las cooperativas agrarias en la economía regional, cabe destacar que Urcacyl agrupa a 220 cooperativas agrarias, con unas ventas globales cercanas a los 1.000 40 millones de euros, con más de 50.000 socios y una plantilla conjunta en torno a las 2.500 personas. Además, estas empresas sociales tienen el mérito añadido de que se ubican en las zonas rurales de nuestra geografía regional. Del desconocimiento de esta realidad quizás tengamos parte de culpa las propias cooperativas por no mostrar suficientemente a la sociedad nuestros proyectos, inversiones y actividades; pero también se puede achacar a determinados comportamientos políticos, que parecen ver en el cooperativismo simplemente un colectivo de socios con escasa importancia. Esta valoración, que refleja un desconocimiento de la realidad empresarial, difícilmente las realizan los responsables de las administraciones que han visitado y recorrido las instalaciones de nuestras empresas cooperativas, comprobando in situ la trascendencia económica y social que tienen, tanto en el lugar en que se ubican como en el entorno geográfico en el que operan. FIJAR LA POBLACIÓN EN LAS ZONAS RURALES Por ello, es conveniente que los representantes municipales, que deben facilitar suelo industrial; los representantes provinciales, que deben incrementar y mejorar las infraestructuras viales; y los representantes autonómicos, que deben velar en las distintas Consejerías por el desarrollo del medio rural, se interesen por la realidad cooperativa, por su contribución a la generación de empleo, a la fijación de la población en las zonas periféricas, al cuidado del medio ambiente y a la creación de riqueza. Somos socieda- ?Hay muchas razones para promocionar el crecimiento del cooperativismo, sus inversiones y su mayor presencia en los mercados? Nº 100 Septiembre 2004 des de puertas abiertas, no sólo para el ingreso de nuevos socios, sino también para facilitar el conocimiento de nuestras empresas a quienes lo deseen. Lo que no se conoce, difícilmente se defiende o se incentiva, y hay muchas razones, algunas ya apuntadas, para promocionar el crecimiento del cooperativismo, sus inversiones y su mayor presencia en los mercados. Tenemos que afrontar procesos de integración y colaboración que nos permitan hacer nuevas inversiones y no duplicar las existentes, pero precisamos de políticas que apuesten seriamente por el desarrollo del cooperativismo; desarrollo que se hace en el medio rural y no en los grandes polígonos industriales de las ciudades, entre las gentes del campo, y no en el medio urbano. Es cierto que hay que subvencionar sólo a los proyectos que sean viables y que éstos deben de hacerse con independencia de las ayudas que se les otorguen. Pero hay que tener en cuenta las peculiaridades de las empresas, su ubicación geográfica, las características de los socios que las conforman y la contribución que hacen al conjunto de la sociedad donde se asientan. PUEBLOS CON VIDA El futuro de nuestro medio rural no vendrá por la incorporación de nuevos agricultores y ganaderos, ya que la viabilidad de las explotaciones pasa por su redimensionamiento, pero sí por la promoción y creación de pequeñas y medianas empresas que, asentadas en los pueblos, sean capaces de realizar inversiones, transformar y comercializar los productos agrarios y crear puestos de trabajo. Estas empresas en gran medida son cooperativas y, si queremos que los pueblos sigan con vida, no podemos escatimar esfuerzos. Nuestras administraciones públicas, además de dar facilidades, tienen que arbitrar mayores porcentajes de ayudas a los proyectos que realizan las entidades asociativas para impulsar el desarrollo de las zonas rurales.
