Página 35 del número 123, de agosto de 2006
pg34-35 10/7/06 13:30 Página 2 Selección 2000, de la Denominación de Origen Toro); Condado de Haza Reserva 2000 y Alenza Gran Reserva 1999, de la Ribera de Duero burgalesa, fueron las estrellas de la cata horizontal. En la cata vertical, que comenzó con el Tinto Pesquera Crianza 2004 -un vino que promete las bondades de sus antecesores y que pronto podrá encontrarse en el mercado al módico precio de 15 euros-, pudieron disfrutarse otras maravillas, como el Gran Reserva 1996 -un vino vivo tras diez años de evolución-, o el Gran Reserva 94, ?joven y con una acidez y frescura impresionantes?, en palabras de Alejandro Fernández. ?Uno de los grandes vinos del mundo?, el Gran Reserva 89, que fascinó a los presentes, y el antológico Tinto Pesquera 82, al que el gurú Robert Parker calificó con 98 puntos sobre 100, fueron otras obras de arte que pudieron paladearse, para culminar con dos reliquias elaboradas antes de la creación de la Denominación de Origen Ribera de Duero, como el Tinto Pesquera 1978 y Tinto Pesquera 1976, éste último el segundo vino creado por Alejandro Fernández. Durante la comida que siguió a la cata, también hubo ocasión de degustar el Tinto Pesquera 1975, su ópera prima. Estos vinos arqueológicos, elaborados en lagar tradicional y luego depositados en barricas, sin depósitos de acero inoxidable, todavía se mantienen vivos, con la acidez típica de la Ribera de Duero y sin reducción. Todo un privilegio, por el que muchos amantes del vino habrían derramado lágrimas de emoción. Viaje sensorial A lo largo de este viaje sensorial, aparecen algunos de los elementos más característicos de estos caldos, como es la defensa a ultranza de la variedad tempranillo y su comportamiento diferente en las distintas denominaciones en las que elabora Alejandro Fernández, sin perder un hilo conductor semejante de la Tinta del País, el predominio del roble americano en su elaboración y su extraordinaria longevidad, como quedó demostrado con la cata de los primeros Pesqueras, caldos de más de 30 años que todavía mantienen el tipo. La fruta, pero sobre todo la acidez propia de la tem- pranillo omnipresente en todos los vinos de Alejandro, que se percibe incluso en los más viejos, forma parte de la impronta de estos tintos. ?Los matices, las notas se sustentan en la tempranillo. Para hacer un gran vino, hay que vendimiar cuando la uva está en plena juventud, con la piel estirada. Por eso tras 30 años, los vinos conservan la finura y la elegancia?, explica Alejandro Fernández, que se considera ante todo viticultor. Esqueleto tánico También es una de sus características indisolubles la capacidad de envejecer, gracias a su esqueleto tánico, a la viveza de su músculo, que va limando aristas en su evolución en botella hasta conseguir ?vinos frescos, elegantes, limpios, que te apetece beber ya. El purgatorio del vino es la botella y en ella pierde las aristas y gana elegancia?, asegura Alejandro Fernández, quien se jacta de elaborar vinos para todos los bolsillos, al tiempo que aconseja a aprender a beber vinos envejecidos, pese a la tendencia actual del mercado, que apunta hacia elevados precios y vinos jóvenes con barrica, pero carentes de la complejidad de los grandes reservas. Nº 123 Agosto 2006 Alejandro Fernández, artífice de ?Tinto Pesquera?, ?Condado de Haza? y ?Alenza?, en Ribera del Duero; ?Dehesa La Granja, en Toro; y ?Vínculo? en Castilla-La Mancha.
