Página 77 del número 109, de junio de 2005
La asignatura pendiente A aquellos chicos que se movían al ritmo de John, Paul, Ringo y George, les habría gustado pasear en su Mini, pero con el rostro al aire. Sin embargo, su deseo no se cumpliría pues la primera generación del modelo, creada por Sir Alec Issigonis, nunca tendría una versión descapotable, salvo algunas realizaciones británicas de tipo artesanal. Pero aquella asignatura pendiente ya no es más que un recuerdo pues el nuevo Mini sí cuenta con una versión Cabrio, además con el más puro estilo pues nada de techos duros que se esconden en el maletero, sino un verdadero techo de lona con mecanismo eléctrico. Así, y en quince segundos, el Mini multiplica el placer que ya nos producía su versión normal. Pulsando un botón se abre primero el techo corredizo integrado y a continuación ?si lo mantenemos impulsadose descubre totalmente. El sistema de pliegue en forma de Z permite que la capota recogida quede con la parte exterior hacia arriba y sumergida detrás de los asientos posteriores, con lo que no es necesario disponer de una lona protectora al tiempo que mantiene un aire totalmente de roadster británico, muy clásico en definitiva. Y hablando de clásicos, un detalle: la tapa del maletero se abre hacia abajo como en el primer Mini. Este maletero tiene una capacidad de 165 litros con la capota cerrada, mientras que con la capota abierta se reduce 120 litros. Siempre queda la posibilidad de tumbar los respaldos de los asientos delanteros y así en dos plazas disponemos de más de 600 litros. La capota tiene muy buena calidad y se puede escoger en negro, azul o verde, que se combinará con los colores de la carrocería. El de nuestra unidad de pruebas era una llamativa pintura denominada Hot Orange. En cuanto a la seguridad, el reforzado montante del parabrisas y los arcos de protección posteriores nos protegerán en caso de vuelco. Descapotado, el Mini Cooper, a pesar de haber perdido algo de rigidez que se traduce en algunas vibraciones en suelos malos, mantiene intacto todo el encanto de la conducción del Cooper. Con sus 115 cv y esa precisión en las trazadas en curvas que resulta única nos recuerda a un kart. En las plazas delanteras y con las ventanillas levantadas nos hemos permitido el lujo de conducir con frío e incluso con lluvia sin problemas, no así en las posteriores donde entra bastante el aire. No sabemos cómo sería el comportamiento con una red antirremolino. Cara al viento, con la mirada atravesando el parabrisas y, tras acariciar las sensuales formas del capó, lanzándose sobre el asfalto de la carretera, el Cooper en versión Cabrio nos permite disfrutar de la conducción sin poner en riesgo nuestro carné y eso en estos tiempos es un argumento de peso que nos hará olvidar los 21.850 euros que cuesta. MOTOR MINI CABRIO Santiago Garnica Nº 109 Junio 2005 77