Página 61 del número 108, de mayo de 2005
Alto de gama familiar Ante su quinto año de vida, el Renault Laguna estrena una imagen externa, un interior propio de un alto de gama y un motor 2.0 turbo de gasolina, procedente del Megane Sport, pero con 205 cv. Por fuera, el frontal es donde más cambios encontramos. Éste se ha realizado en la línea de adoptar una imagen en consonancia con el resto de modelos, en lo que los expertos de márketing denominan identidad de marca. A lo largo de la prueba hemos oído comentarios a favor y en contra, pero en cualquier caso sí tiene un aspecto más actual. En el interior hay un importante cambio del planteamiento tanto en diseño como acabado, con un salpicadero nuevo en el 70% de los componentes y una mejora del ajuste, que ha dicho adiós a las criticadas ranuras de separación impropias de un automóvil de su nivel. También los materiales han mejorado su calidad y se ha recurrido al plástico laminado con tacto blando para las zonas inferiores. El equipo de sonido ya no se oculta como antaño y adopta un aspecto que gustará más a los amantes de una imagen alto de gama más clásica y menos a los que apreciaban ese diseño muy minimalista de la anterior generación. El volante cambia totalmente, adoptando en el caso de la versión Initiale probada (la más lujosa de la gama) una combinación de madera y cuero de muy buen gusto. En el espacio de la palanca de cambio, que desaparece al sustituirse por un freno automático de estacionamiento, está ahora un joystick para controlar el navegador, que tiene un lector de DVD, y con un funcionamiento más rápido que el anterior. Además nos ofrece imágenes en color en tres dimensiones y a vista de pájaro. Es uno de los más avanzados y con un mejor nivel de información que podemos encontrar en el mercado. La seguridad pasiva se ha mejorado en aspectos como los airbags de mayor capacidad y la activa con la incorporación de un ESP que es capaz de valorar el estado de los neumáticos. Ya sentados en los asientos con reglaje eléctrico y calefactados de este lujoso Initiale, que ofrecen ahora un cuero más flexible, apretamos el botón start/stop sin necesidad de introducir la tarjeta (el sistema es de manos libres). En marcha podemos disfrutar de las suspensiones, que han incorporado amortiguadores presurizados, lo que se traduce en un comportamiento superior, sobre todo en suelos irregulares al tiempo que se disminuye el balanceo. Nuestro modelo de pruebas tiene el motor 2.2 dCi diésel acoplado a una caja automática Proactiva, combinación que no decepciona gracias al par motriz de 320 Nm de esta mecánica muy orientada a una conducción tranquila y relajada sin pretensiones deportivas. Con la excepción de los adelantamientos algo apurados, en que debimos recurrir a la función secuencial del cambio (que para algo está), en el resto de la prueba nos hemos abandonado al placer del automático que encaja perfectamente con esta versión Grand Tour Initiale, sin duda sofisticada y cara (cuesta 32.820 euros), pero que nos ofrece sensaciones propias de un alto de gama, que es lo que han buscado los responsables de la marca en esta puesta al día. MOTOR Renault Laguna Grand Tour 2.2 dCI Initiale Santiago de Garnica Nº 108 Mayo 2005 61
