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Página 25 del número 257, de octubre de 2017

opi DG FP.qxp_maqueta consis 22/9/17 12:42 Página 2 Opinión académica sólo alcanza un 17%, la competencia digital un 16%, el conocimiento de lenguas extranjeras un 15% y la competencia matemática un 12%. Talento 4.0: el nuevo desafío Disponer de este nuevo talento 4.0, asociado a la Industria 4.0, constituye uno de los principales desafíos para los países y para las empresas con independencia de su tamaño y actividad, y también para los sistemas de formación profesional. El talento 4.0 hará posible la excelencia de la industria 4.0, y la Educación 4.0 deberá responder a esos desafíos proporcionando a los jóvenes y adultos las competencias, actitudes y experiencias, que posibiliten el acceso y el mantenimiento del empleo en el siglo XXI. El talento 4.0 no sólo implica conocer, sino que hay que saber utilizar el conocimiento adquirido. Es ahí donde las competencias no cognitivas muestran todo su valor. Donde el concepto de competencia se convierte en sinónimo de inteligencia (entendida como constructo de método utilizado para designar una propiedad de la conducta). Donde la inteligencia emocional se transforma en funcional y ésta en social. Donde lo cognitivo, lo definido, lo concreto, lo cierto, lo que figura en los libros, se diluye, se transforma, para pasar a formar parte de lo no cognitivo, lo indefinido, lo abstracto, lo incierto, lo nunca escrito, a conjugarse con el tiempo futuro. Donde la inteligencia se convierte en la habilidad de adaptación al cambio. Pero no todos estamos igual de preparados para afrontar este desafío. El estudio realizado por el Foro Económico Mundial (2015) sitúa a España entre los países de la OCDE con bajos resultados en el desarrollo de competencias no cognitivas. En cambio, países como Australia, Canadá, Finlandia, Japón, Corea del Sur o Países Bajos, destacan no sólo por el grado de desarrollo que alcanza el alumnado en las competencias cognitivas que evalúa PISA, sino también en las no cognitivas; no obstante, el estudio sólo evalúa el pensamiento crítico, la creatividad y la curiosidad, dada la dificultad de evaluar otras competencias y cualidades del carácter como la iniciativa, la persistencia, la adaptabilidad o el liderazgo. Quizá, el enfoque academicista que ha pesado sobre el sistema educativo español durante muchas décadas, ha supuesto una ralenti- zación en el desarrollo de este tipo de competencias prácticas. Además de existir diferencias entre países, existen grandes diferencias en un mismo país tanto en el desarrollo de las capacidades o competencias básicas como de las competencias no cognitivas y cualidades del carácter. Por ejemplo, Polonia obtiene buenos resultados en un amplio rango de indicadores relacionados con las competencias básicas, como la comprensión lectora o la resolución de problemas científicos o matemáticos, pero bajos en indicadores relacionados con el pensamiento crítico y la curiosidad. Esta debilidad de muchos países y regiones cobra una relevancia especial en la nueva forma del orden mercantil de la sociedad del conocimiento. Mientras gran parte de ellos se esfuerzan por obtener buenos resultados en las evaluaciones de las competencias básicas del currículo escolar, paradójicamente, las empresas del presente ponen mayor énfasis en la contratación de personas con un alto nivel de desarrollo de competencias no cognitivas. Podríamos decir que en el contexto de la nueva revolución industrial no basta con tener un alto grado de desarrollo de conocimientos. Las situaciones y retos que plantea la nueva economía requieren trabajadores inteligentes con un mayor acervo de competencias, especialmente preparados para afrontar el cambio. Como dijo George Bernard Shaw, ?el progreso es imposible sin cambio, y aquéllos que no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada?. La adaptación al cambio tecnológico no es un juego de suma cero No obstante, la adaptación al cambio tecnológico no es un juego de suma cero. La transformación generalizada del mundo del trabajo plantea nuevos retos a los encargados de formular políticas capaces de abordar las alteraciones y necesidades provocadas por el avance tecnológico, en particular las que van a sufrir las personas que requieren cualificación para ejercer la profesión. Para afrontar estos retos será necesario poner mayor énfasis en el papel de los sistemas de formación profesional dentro del sistema de educación y formación, así como cambios en los procesos de enseñanza y aprendizaje, insistiendo en el desarrollo de las combinaciones de competencias, cognitivas y no cognitivas, requeridas en los distintos puestos de trabajo. Los sistemas de formación inicial y continua necesitarán adaptarse a las nuevas necesidades de competencias de las empresas y ser capaces de formar a las personas para los nuevos perfiles profesionales de una forma rápida y abierta. Para ello, los centros de formación profesional deberán estar mucho más cerca de la actividad empresarial y deberán modificar sus métodos de trabajo, y las empresas deberán ser corresponsables de los procesos de formación del alumnado. En síntesis, definir la política educativa necesaria para construir el futuro, por definición incierto, conlleva riesgos. Pero, como dijo Edgar Morín, ?la política es el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre política generalizada?; también en el plano de la formación profesional. La política europea marcada en la Nueva Agenda de las Capacidades para Europa (New Skills Agenda), aprobada en 2016, insta a los Estados miembros y a las partes interesadas a mejorar la calidad de las capacidades y su adecuación al mercado de trabajo. Mientras muchos jóvenes con altas capacidades no pueden acceder a los empleos que se corresponden con su nivel de cualificación, el 40% de los empresarios denuncia que no consiguen encontrar personas con las competencias necesarias para sus empresas. Un desajuste, una paradoja, un desatino que pone de manifiesto la necesidad de impulsar el desarrollo de las capacidades transversales o competencias no cognitivas y de buscar nuevas formas de ajustar la formación a las necesidades del mercado laboral en un permanente diálogo social. Tal y como señala la Comunicación de la Comisión, ?trabajar juntos para reforzar el capital humano, la empleabilidad y la competitividad? (2016), hacer frente a los retos que presentan las Competencias 4.0 requerirá importantes esfuerzos y reformas sistémicas en la educación y la formación, al igual que se necesitarán inversiones inteligentes en capital humano, procedentes tanto de fuentes públicas como privadas, en consonancia con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Las personas vamos a necesitar un amplio conjunto de competencias para desarrollar nuestro potencial en la sociedad y el trabajo en la era del conocimiento y, en particular, en la industria 4.0, que van más allá de las que tradicionalmente ha potenciado el sistema educativo. Nº257 Octubre 2017__25

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