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Página 4 del número 246, de noviembre de 2016

opinión alberto.qxp_maqueta consis 19/10/16 17:01 Página 2 Editorial años, pero no hay incentivo económico ni académico aparejado por obtener resultados positivos, mientras que la investigación se califica teniendo en cuenta las publicaciones en las citadas revistas de impacto, lo que supone para cada profesor cerca de 100 euros mensuales y la rebaja de horas docentes. Y según me informan, en las universidades de Castilla y León la carga docente media está reducida a 140 horas anuales, como si el 100% de los profesores tuviera una dedicación máxima a labores de I+D. Por ese motivo, la enseñanza y la gestión son irrelevantes, sólo cuentan las publicaciones en esas revistas de referencia y cuando un profesor realiza actividades que no influyen directamente en su expediente pero benefician a los alumnos, sus compañeros les critican con desdén que están perdiendo el tiempo o les tratan de iluminados. Otro problema de base es que la universidad se centra en la investigación, mientras que las empresas necesitan innovación. Unos apuestan por la ?I? mayúscula para mejorar su currículum y otros por la ?i? minúscula para sobrevivir en un mercado cada día más globalizado y competitivo. Lo curioso de estas instituciones es que defienden su absoluta independecia cuando sus ingresos dependen casi exclusivamente de la administración auto- 4__Nº246 Noviembre nómica, es decir, de los contribuyentes ciudadanos y empresas-, que son los que pagan las nóminas mediante sus impuestos. Y estamos hablando de cuatro universidades públicas que se llevan más de 543 millones de euros de las Cuentas Regionales de Castilla y León en 2016, en parte para pagar la nómina de una sobredimensionada plantilla superior a las 9.600 personas. Populismo Otro fenómeno que he podido observar es que la ideología de la izquierda más rancia está infiltrada en las universidades públicas, lo que ha servido de caldo de cultivo para dar vida a movimientos populistas que han sabido aprovechar la oportunidad histórica brindada por la crisis económica y la debilidad de los partidos tradicionales sacudidos por la corrupción y las luchas cainitas. Cómo para inculcar el espíritu emprendedor entre los alumnos, cuando se suele demonizar todo lo que tenga que ver con la iniciativa privada. Pero este tema merece otro editorial. ¿Y entonces qué hacemos?, ¿obviamos las universidades públicas cuando en ellas se concentra el talento de los más de 60.500 alumnos matriculados en nuestra región? Pues no. La alternativa para las empresas es que se olviden de las universidades públicas como institu- ciones y se dediquen a detectar a los profesores con vocación, que los hay. La universidad, como tal, es un ente abstracto, pero en ella existen docentes quienes pese a desenvolverse en un entorno hostil continúan con las ganas de enseñar con pasión a los estudiantes y de colaborar con las empresas para facilitarles un futuro laboral. En los últimos años he conocido a unos cuantos, y la verdad es que me causan una gran admiración porque mantienen vivo su espíritu inconformista y su amor por la mejor profesión del mundo, la del maestro, pese a que no se reconoce su trabajo y son despreciados por la rancia casta universitaria. Tengan en cuenta que esos profesores se mueven en una atmósfera capaz de fulminar la ilusión de los más pusilánimes. Recuerdo una conversación este verano con un docente: ?me metí en la universidad por un motivo: quería aprender más y volcar esos conocimientos en los alumnos. Ahora estoy por otras dos razones: julio y agosto?. Por eso, si un empresario quiere colaborar con los centros universitarios para desarrollar líneas de I+D+i o captar talento, olvídese de los canales oficiales, busque a esas personas amantes de su profesión entre los casi 6.700 profesores y catedráticos de las cuatro universidades públicas y verá qué fácil resulta todo. A mí me ha funcionado.

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