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Página 86 del número 185, de octubre de 2011

pg84-86 opi eco 21/9/11 09:48 Página 2 86 opinión mente iguales, y sólo algunas cuyo profesorado y dirección aúnan esfuerzos sobresalen de la media. En Finlandia, la autonomía y la independencia de las escuelas es enorme, y se focalizan más en la adquisición de habilidad y de competencias que en conocimientos solamente. Se imparten currículos diferenciados y es normal tener escuelas especializadas en enseñanzas artísticas, en ciencias y tecnología o en idiomas, que los padres pueden escoger libremente siempre que los alumnos aprueben el examen de ingreso. Falta de competencia entre los centros 5. La falta de competencia entre los centros de educación. No voy a alargarme mucho glosando las ventajas del sistema del cheque escolar, pero entre ellas citaré la posibilidad de la competencia entre los centros, que los buenos profesores, que los hay, tengan incentivos para seguir siéndolo, y que los centros y personal ineficiente y con malos resultados tengan que espabilarse o arriesgarse a desaparecer. Según Guillermo de la Dehesa, ?los desequilibrios de la economía española sólo se superarán cuando tengamos un sistema educativo más preparado para los retos de nuestra sociedad?. Por otro lado, pasaremos a considerar las relaciones entre los sistemas educativo y productivo español. Por una parte, existe un alto número de titulados universitarios junto con un sistema productivo que no genera puestos de trabajo en los que se necesite tan alta cualificación, lo que acaba por determinar el fenómeno de la sobreeducación y del subempleo provocando desánimo y falta de interés en el trabajo realizado por la sensación de pérdida de tiempo y de oportunidades profesionales. Hasta cierto punto, esa situación no es tan grave dado la realidad de que los titulados universitarios pueden cambiar de trabajo con más facilidad hasta encontrar uno acorde a su nivel de estudios, tienen una mayor productividad y el conocimiento adquirido es aprovechado por las personas en todas las facetas de su vida. Por otra, el sistema educativo español falla estrepitosamente en que una gran cantidad de alumnos (la media del fracaso escolar está en el 30%,) no alcancen los mínimos indispensables, lo que los condena a una sucesión de trabajos temporales y precarios cuya pérdida suele llevar a la marginación social. Asimismo, adolecemos de falta de titulados intermedios en formación profesional, que siempre se ha visto como la hermana pobre de los estudios, y así, tenemos que importar trabajadores profesionales cualificados en diversas ramas, sobre todo relacionada con las tecnologías industriales. Una posible solución podría ser la conversión de cierto número de centros educativos en una actualización de las antiguas universidades laborales, que desde los años 50 a los 70 ofreció al mercado laboral gran cantidad de trabajadores altamente cualificados en todas las ramas de la formación profesional, lo que sería una posible opción para la formación de esa gran cantidad de estudiantes que abandonan con gran rapidez el sistema educativo. Necesitamos reflexionar detenidamente sobre qué modelo de enseñanza superior es la mejor para que nuestras universidades estén entre las mejores de Europa, es decir, la mejora en la calidad de la enseñanza de las universidades y su apuesta por la excelencia podría ser la primera parte de una solución para entregar al mercado laboral titulados superiores con mayor nivel de formación y excelencia, y orientarles hacia aquellas profesiones con mejores oportunidades y demanda en el sistema productivo. Si queremos seguir manteniendo o incrementando el nivel de bienestar que disfrutamos, necesitamos reconvertirnos y avanzar hacia una sociedad de conocimiento con mayores niveles tanto cuantitativos como cualitativos de I+D+i. Mal diseño del proceso de Bolonia Un aspecto interesante y que podría servir como punto de partida para la mejora de nuestro sistema educativo es el proceso de Bolonia. Un proceso que, bien diseñado y dirigido, sería clave para la modernización de nuestra universidad, cuyos propósitos e intereses cada vez se alejan más de lo que la sociedad y el mercado laboral exigen. El apunte en la declaración de Bolonia del objetivo de incrementar la competitividad del Sistema Educativo Europeo de Educación Superior es una buena muestra en ese sentido. Ahora bien, ¿ha sido bien diseñado el sistema? ¿Se le ha dotado de los recursos competentes? ¿Se ha trabajado con el mundo empresarial para hacer unos estudios competitivos desde el punto de vista laboral? Desarrollemos algunos de los hechos anteriores: 1. El sistema desgraciadamente no ha sido bien diseñado. Es conocida la lucha entre los departamentos universitarios para intentar obtener el máximo provecho. Planes de estudio que son un mero reparto de los planes anteriores, conflictos entre departamentos para conseguir el mayor número posible de créditos, incluso con asignaturas ridículas, e inmovilismo de grandes sectores del profesorado universitario ante los cambios son algunos de las señales por las cuales creo que el sistema no va a funcionar mejor que los anteriores. 2. Falta de recursos tanto materiales como humanos. El cambio de paradigma de Bolonia en el caso español, pasando de las consabidas clases magistrales a una participación activa del alumno en su educación, mediante debates, casos prácticos y trabajos en equipo serían una excelente noticia para el alumnado universitario, si no fuera porque no se ha considerado la formación del profesorado para impartir las nuevas habilidades y formas de explicar las clases. Estas habilidades, absolutamente necesarias para el desarrollo tanto humano como profesional del alumno, no van a poder ser impartidas con todo el rigor y la dedicación que merecen, ya que al profesor universitario en general no se le ha formado en las mismas. 3. Asimismo, la histórica falta de sintonía entre la universidad y la empresa, incluso en carreras evidentemente basadas en estudios más profesionales que académicos, sigue desgraciadamente en vigor. Algo se ha mejorado cuando en la mayoría de los planes se incluyen como obligatorias o voluntarias las prácticas en empresas, pero se sigue sin desarrollar una verdadera sintonía entre el mundo universitario y el mercado laboral. Por tanto, un sistema educativo que no prioriza la excelencia tanto profesional como académica es un sistema educativo que dificulta más que ayuda a crear una economía moderna y avanzada. Y sin embargo, como el talento no entiende de impedimentos, siguen saliendo profesionales excelentes, que muy a pesar nuestro acaban siendo trabajadores que ven disminuidas sus posibilidades de realizarse profesionalmente en nuestro país, y que en muchos casos optan por la emigración cualificada, con lo que el talento que nos ha costado tanto formar lo disfrutan otros países. Artículo elaborado con la colaboración del Colegio de Economistas de Valladolid. Nº 185 OCT?11

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