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Página 62 del número 171, de agosto de 2010

pag60-62 62 63 8/7/10 09:56 Página 2 opinión pero a mí no me importó porque yo tampoco era. Después detuvieron a los sindicalistas pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista. Luego apresaron a unos curas pero como yo no soy religioso tampoco me importó. Ahora me llevan a mí pero ya es tarde. Pues ahora les toca a los funcionarios, los que tenemos la desgracia de fumar ya no podemos soportar todo el peso de los devaneos políticos como en otras ocasiones (aunque además de recortar salarios suban el tabaco un 8% a escondidas); los sindicatos parece que es ahora cuando se ponen nerviosos, aunque no sabemos muy bien por qué, ya que esta medida es la que en numerosas ocasiones han pactado con empresas para asegurar, según decían, la supervivencia de la misma. Con un Estado en bancarrota, ese ajuste podría ser necesario. Quizá en este momento no sería malo que aprovecháramos para reducir el número de parlamentarios, puesto que como hemos dicho antes podría ser un gasto superfluo. Tampoco estaría mal que el sueldo de los diputados se ajustara a la situación que estamos viviendo y, sobre todo, que la cotización que realizan a la Seguridad Social a efectos de pensiones se equipare a la que realizamos el resto de los ciudadanos, aunque seamos de segunda clase. Esto también ayudaría a equilibrar el presupuesto de la Seguridad Social. La reducción de sueldo del Gobierno no la consideramos significativa. En la empresa privada cuando se encarga un trabajo y no se realiza no se paga y, nos tememos que el Gobierno no ha realizado su trabajo. Credibilidad del sistema financiero Otro aspecto controvertido ha sido el de crear un fondo para dar credibilidad al sistema financiero. ¿Por qué ha perdido credibilidad? Ésa sería la primera pregunta que nos deberíamos hacer para poder recuperarla. ¿No será por haber buscado un beneficio fácil sin tener en cuenta los criterios que deben regir su actividad? No creo que crear un fondo les otorgue mayor credibilidad, les dará mayor solvencia si acaso, pero cuando se han dedicado a jugar con el dinero de los depositantes y para recuperarlo la única ocurrencia que han tenido ha sido la de aumentar sus ingresos por comisiones no creo que haya servido para mejorar su credibilidad, sino todo lo contrario, ha demostrado su vulnerabilidad. Además, tras ver cómo se han desentendido de Caja Sur para que seamos los ciudadanos los que tengamos que inyectar el dinero, tampoco ayuda mucho. Como ya dijimos una vez, aunque en el juego siempre gana la banca, cuando es la banca la que juega, la que pierde es la sociedad. Quizá, más interesante que hacer recortes hubiera sido trasladar los fondos de las inversiones improductivas a las productivas. Cuando comenzamos el artículo hablábamos de que en España estaba todo por hacer, pues bien parece que seguimos en el mismo sitio. Durante la crisis las entidades locales en los distintos municipios tomaron la decisión de que para combatir la crisis lo mejor era levantar aceras. Nunca hemos entendido cómo levantar una acera podía ayudar a combatir la crisis, pero ésa fue la decisión. En nuestra opinión ese tipo de inversiones carecen de valor, son simplemente gasto aunque tienen otro componente importante que es el de las molestias causadas a los ciudadanos. Es gasto porque no generan ni ayudan a generar nada y finalizan con la obra y es discutible que sirvan para generar empleo y desde luego no generan riqueza. El segundo componente sí que deviene más necesario, sin molestias no nos daríamos cuenta de que se está realizando y por lo tanto el efecto publicitario se diluiría, no importa que los pocos que siguen trabajando tengan que sufrir los problemas que las obras suponen (a título de ejemplo, la Junta de Extremadura gasta en este concepto unos 15.000 euros diarios). Mejor que recortar salarios para mejorar la productividad (unos días después del recorte de sueldos a funcionarios se han regalado 1,2 millones de euros a sindicatos iberoamericanos) sería eliminar las cuestiones que puedan afectar negativamente a la misma y traigan como causa la actuación de una administración pública y, antes de realizar una reforma laboral, sería interesante hacer una reforma empresarial para la creación de una nueva clase de dirigentes cuya actuación se base en los principios de la RSC y en la innovación, eliminando las subvenciones a la contratación y producción, con el objetivo de ser competitivos en valor añadido y no en precio. Incrementos del tabaco, luz, IVA, reducción de salarios, etc., drenar continuamente la capacidad de los trabajadores-consumidores limita todavía más la recuperación. Sin clientes las dificultades de las empresas aumentarán, convirtiendo a la reforma laboral en una necesidad recurrente. Para finalizar, un apunte sobre Grecia por haber sido aludida al principio (Portugal lo damos por perdido). Si antes se decía que cuando EE UU estornuda Europa se acatarra, ahora se puede decir que cuando cualquiera estornuda España enferma, puesto que lejos de estar en la Champions como se afirmaba, hemos demostrado pertenecer a la tercera división, con lo que un acercamiento a una categoría inferior no parece una buena solución. Pues bien, los fondos que vamos a dar a Grecia y que bien se podían haber quedado en España para intentar resolver algún problema de los que tenemos en vez de pasar por el potro a los ciudadanos, no servirá para dar credibilidad a un sistema que la perdió por su arrogancia. Como hemos dicho antes al hablar del sistema financiero, la credibilidad se gana, no se compra. Pero ya que le damos el dinero ¡Por favor, que no sea para levantar aceras! Artículo elaborado con la colaboración del Colegio de Economistas de Valladolid. Nº 171 Agosto 2010

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