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Página 4 del número 152, de enero de 2009

pag3-4 16/12/08 45 11:42 Página 2 opinión trializar un vehículo eléctrico en la región, la búsqueda de un operador que se encargue de construir una red eléctrica de recarga de baterías en todo el territorio nacional y la puesta en marcha de una serie de rebajas fiscales y ayudas para incentivar la venta de estos vehículos. Este proyecto se enmarcaría dentro del objetivo de la alianza Renault-Nissan para convertirse en el primer fabricante mundial de coches eléctricos, para lo que ya ha alcanzado acuerdos con Tennesse en EE UU, Portugal, Dinamarca e Israel. Hasta que se resuelvan los desafíos tecnológicos de los coches de hidrógeno, el vehículo eléctrico es la transición natural si tenemos en cuenta la dependencia energética de casi todos los países europeos respecto al petróleo y que ya no volveremos a conocer combustibles baratos, ni tan siquiera el diésel, por la creciente demanda de las economías emergentes y por su constante utilización como una herramienta geopolítica. A estas causas hay que añadir el atractivo medioambiental de los coches eléctricos al reducir la contaminación. El caso de EE UU El caso de Castilla y León no tiene nada que ver con otras crisis automovilísticas, como la de EE UU, donde sus tres grandes fabricantes (GM, Ford y Chrysler) han pedido participar en el plan de rescate financiero por sus elevadas deudas. El Gobierno norteamericano les ha exigido un plan de viabilidad, aunque los más críticos con esta industria defienden una quiebra controlada de este sector, pues según ellos no han sabido hacer frente a la competencia extranjera y las ayudas sólo servirán para poner parches, por lo que es mejor buscar otras alternativas industriales para que la automoción no se convierta en un pozo sin fondo que devore el presupuesto público sin garantizar su competitividad. Saco a colación a las marcas norteamericanas porque su agonía no se debe a las mismas causas que a las de la industria española, que ha demostrado ser de las más productivas y eficientes del mundo. Por eso, es necesario aplicar nuestro know how a productos destinados a nuevos nichos de mercado con un gran potencial de crecimiento si cuentan con el apoyo de las políticas gubernamentales, como ocurre con los coches eléctricos. Pocas marcas dejarán escapar ese negocio si tenemos en cuenta que la venta de coches tradicionales se encuentra en caída libre pues los expertos prevén que en sólo dos años el mercado español se habrá contraído en casi un tercio respecto a 2007 por las causas conocidas por todos y que no tienen nada ver con esta industria: destrucción de empleo y consiguiente aumento de los parados, contracción de rentas por las cargas hipotecarias, dificultades para acceder a los créditos, inflación al alza, pérdida de poder adquisitivo y cautela en el gasto por la amenaza de que la recesión se alargue varios años. Al considerar Renault-Nissan la fabricación de coches eléctricos como una alternativa estratégica del grupo, por lo que como ya hemos dicho está en negociaciones con varios países, se ha abierto una carrera global para ver quién se posiciona antes en esta actividad. Por lo tanto, ni España, ni sobre todo Castilla y León, pueden perder mucho tiempo en discusiones peregrinas sobre el futuro de la automoción. Hay que decidirse pronto si queremos construir esos coches y poner los medios necesarios, porque de lo contrario puede que dentro de cuatro o cincos años conduzcamos coches eléctricos, pero importados de otros países, como Portugal. Y cuando hablamos de ser los primeros en producir ese tipo de coches no me refiero sólo al hecho de fabricarlos, sino de ser pioneros en innovación, tecnología y puesta en marcha de infraestructuras; en definitiva, convertirnos en un país vanguardista a nivel mundial en la fabricación de coches eléctricos, tal como ha ocurrido con las energías renovables. El coste de la reconversión Esa reconversión industrial del coche con motor de combustible al eléctrico va a necesitar de elevadas ayudas a la marca del rombo en nuestra región. Y aquí se suscita otro debate, ya que algunos consideran que la atención se está centrando en la automoción, cuando hay otras actividades emergentes en nuestra región que con esos fondos públicos podrían constituir un tejido industrial lo suficientemente fuerte como para sustituir en parte a la industria automovilística, con la ventaja de que el centro de decisión se ubica en nuestra comunidad autónoma. O que esos recursos públicos podrían destinarse a las pymes, que son las que generan más empleo. Ese análisis puede ser, en parte, acertado, pero creo que en la actualidad no hay ningún sector en la región con la suficiente proyección como para sustituir a la industria automovilística: ni agroalimentación, ni turismo, ni energético ni otros en ciernes como aeronáutica o biotecnología. La única salida es seguir apoyando a la automoción, pero no a cambio de un cheque en blanco, sino exigiendo un proyecto a muy largo plazo, viable y en cuyo desarrollo participen empresas y centros tecnológicos de Castilla y León para controlar una tecnología puntera en el mundo, porque si nos dedicamos sólo a ensamblar piezas, dentro de unos años nos volveremos a enfrentar a la misma situación, aunque tal vez entonces no tengamos ninguna alternativa, salvo dar el cerrojazo a la industria automovilística. Nº 152 Enero 2009

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