Página 78 del número 240, de mayo de 2016
semblanza alucoil.qxp_maqueta consis 26/04/16 13:42 Página 1 Semblanza Clemente González Soler, presidente del Grupo Alibérico. EL TIMONEL DEL ALUMINIO CLEMENTE GONZÁLEZ SOLER, PRESIDENTE DEL GRUPO ALIBÉRICO, DEDICA LA MISMA PASIÓN A NAVEGAR QUE A LEVANTAR EL PRIMER GRUPO PRIVADO ESPAÑOL DE ESTE SECTOR A sí es Clemente González Soler, presidente del Grupo Alibérico. El 20 de noviembre de 1995 se embarcó en un viejo y poco preparado velero, por lo que salió siete horas después del resto de los participantes y con el número 13 que ninguna otra tripulación quería, para hacer la ruta desde Las Palmas de Gran Canaria a Santa Lucía, en El Caribe. En un barco de 12 metros de eslora y junto a otros tres amigos, no sólo consiguió llegar a buen puerto 16 días y cuatro horas después, sino que ganaron la regata Atlantic Rally for Cruisers (ARC) después de atravesar más de 2.200 millas náuticas (casi 4.000 kilómetros) por el temido Océano Atlántico. Atrás quedaron las olas gigantescas y las fuertes tormentas. ?Fue una experiencia durísima porque llevaba el timón 16 horas diarias. Pasé mucho miedo, pero fue una gran experiencia tanto física como mental que me ha marcado?, confiesa este amante del mar que, paradojas del destino, ha tenido que amarrar la sede de su compañía en Madrid, lejos de la brisa y del oleaje. Esa travesía es un fiel reflejo de su vida como empresario. Si en aquella embarcación poco competitiva pudieron llegar los primeros a la meta, su empresa, fundada en 1996 con escasos recursos, se ha convertido en una compañía con una facturación de 280 millones de euros, más de 1.000 empleados y 17 fábricas, de las que diez se ubican en nueve regiones de Espa78__Nº240 Mayo 2016 ña, como Alucoil en Miranda de Ebro -Burgos-, y el resto en Bélgica, Alemania, EE UU, Brasil, Marruecos y Australia. De crear la empresa partiendo de cero, a ser el primer grupo privado español del sector del aluminio 20 años después. La guía del poder Este gallego (Santiago de Compostela, 1950) posee mucha fuerza de voluntad, tenacidad y una mente inquieta y abierta a las innovaciones. Pero tal vez uno de los rasgos más sobresalientes de su carácter es su don de gentes. En su agenda del móvil está la guía del poder político, financiero y empresarial de España. Muy amigo de sus amigos, no duda en echar una mano a quien lo necesita. De gran bonhomía, pese a que tiene poco tiempo se implica en otros proyectos si se le pide el favor. De hecho, es consejero externo y pertenece al consejo de administración de dos de las principales empresas de nuestra comunidad autónoma. Es de los pocos empresarios que si preguntas a un colega si le conoce, como la respuesta sea afirmativa te contesta con una sonrisa en los labios y una exclamación: ?¡claro que sí!?. Y eso es algo que ocurre con muy pocos hombres de negocio. Otra de sus virtudes es que pese a dirigir un imperio del aluminio, contesta rápidamente a los correos electrónicos, aunque en ese momento acabe de aterrizar en EE UU o esté a punto de coger un avión a Australia. Clemente se convirtió en empresario a la edad de 46 años porque ?siempre quería tener un negocio propio?. Sus primeros pinitos los dio cuando era estudiante de Ingeniería Aeronáutica. En aquella época recogía de un vertedero a las fueras de Madrid los envases de loza de los yogures Poch, luego los limpiaba y los vendía como ceniceros en el Rastro y en el Colegio Mayor. También arreglaba los coches de los amigos, especialmente los Seat 600, ?para ganarme unas pesetas y para dar una vuelta en ellos ya que pedía que me los dejaran los fines de semana para tener más tiempo para reparar las averías?. Los antecedentes empresariales de Clemente se remontan hasta su abuelo paterno, que era natural de Castrillo de los Polvazares (León) y llegó a tener tiendas y tres cines en Galicia. Luego su padre no continúo con el negocio familiar ya que terminó la carrera de Derecho en sólo dos años y fue juez con 21 años. Posteriormente ejerció como abogado ?porque los jueces ganaban muy poco?, recuerda. Crédito para fundar la empresa Clemente compaginó los estudios en la universidad con el trabajo de prácticas en verano en la Empresa Nacional de Aluminio, donde en el año 1971 ganaba 7.500 pesetas ?y sin tener contrato pese a ser una empresa pública?. Ése fue su primer contacto con esta actividad que marcaría su vida profesional primero y empresarial después. Allí permaneció durante 16 años, hasta que en 1986 monta su primera sociedad, denominada Iberalum, que era una comercializadora que trabajaba para tres de las principales multinacionales del sector. ?Pedí un crédito de 250.000 pesetas, así empecé?, recuerda un Clemente que si se caracteriza por algo es por afrontar el crecimiento de su compañía sin endeudarse: ?así se duerme mejor?.