Página 70 del número 238, de marzo de 2016
68-70opi eco.qxp_maqueta consis 22/02/16 14:27 Página 2 70 opinión limitada al aprendizaje de herramientas e instrumentos vinculados a la viabilidad de la empresa. Muchos cursos que se definen para emprendedores se centran en la elaboración de un plan de empresa, y en la explicación de los conceptos económicofinancieros necesarios para elaborarlos correctamente. Este ha sido un error frecuente en los últimos años, en los que más preocupados por los resultados a (muy) corto plazo, se han primado las herramientas e instrumentos frente a los valores y las habilidades. Además, y ligado con el anterior planteamiento, nos encontramos especialmente en la formación universitaria, con quienes consideran el emprendimiento como exclusivo o básico de las titulaciones vinculadas a la economía y la empresa, o esperan que sean esos grados quienes concentren el mayor porcentaje de futuros emprendedores. Quienes así piensan, olvidan que la formación en valores para el emprendimiento debe ser, por definición, transversal. Las materias afines a la empresa nos permiten formar expertos en el manejo de las herramientas antes citadas, que se convierten en los acompañantes ideales en la aventura empresarial. Las cualidades que esperamos del emprendedor pueden encontrase y deben favorecerse en los estudiantes universitarios, sin importar cuáles son los estudios que está llevando a cabo. Partiendo de la idea una formación para el emprendimiento transversal y en valores, y que debe iniciarse en los primeros niveles del sistema educativo y no exclusivamente en la formación universitaria, ¿cuáles son los elementos sobre los que debe pivotar esa formación? Si bien esa respuesta puede dar para un artículo mucho más amplio que éste, aquí me centraré en lo que podemos llamar las tres ces: creatividad, cultura empresarial y comunicación. Si todos coincidimos que la idea es el necesario y determinante punto de arranque de un proyecto, parece lógico que la creatividad sea uno de los aspectos claves en la formación del emprendedor. Por eso, cada vez son más numerosos los talleres que tratan de desarrollar esta habili- dad en los futuros emprendedores y se incluyen en los cursos destinados a tal fin. Sin embargo, ¿fomenta nuestro sistema educativo la creatividad? En mi opinión, su actual diseño empuja a la uniformidad y no a la creatividad o la originalidad. Es cierto que estos últimos aspectos son desarrollados en la educación infantil, pero van desapareciendo a medida que avanzamos en el colegio y en el instituto. A quien considere que esto es incierto, le planteo el siguiente reto: entregue un paquete de plastilinas a un niño de cuatro años, a un adolescente de 16 y a un universitario de 22 años y sugiérales que hagan con la plastilina lo que ellos quieran. Si observa sus reacciones, verá como el niño se pone inmediatamente a manipularla y crear distintas figuras, mientras que el adolescente y el adulto seguramente le mirarán con cara perpleja, pues han perdido el hábito de jugar y dejar libre su imaginación, y en ocasiones esperará a que se le pida qué figura quiere que haga. Imaginación Primamos la memorización de conocimientos frente al análisis de la información y la resolución de problemas, lo que lejos de favorecer la imaginación, tiende a arrinconarla cuando no a penalizarla. Pero cualquier docente puede adoptar en su asignatura pequeñas medidas que favorezcan la creatividad. Bastaría, por ejemplo, renunciar a los exámenes tipo test o los de preguntas y respuestas cerradas, o combinarlos con preguntas donde a partir de un caso práctico, se plantearan preguntas abiertas, en las que el alumno expusiera qué medidas adoptaría o cómo resolvería el problema, y el profesor afrontara la corrección del examen sin definir previamente una única respuesta correcta. La segunda variable que debemos tener en cuenta es la cultura. Somos víctimas de una falta de cultura empresarial, donde el fracaso está fuertemente estigmatizado, y se prima la seguridad frente a la asunción de riesgos. De hecho, España ha sido uno de los últimos países avanzados en incorporar a su sistema legal la conocida como Ley de segundas oportunidades. En este ámbito, la formación universi- Artículo elaborado con la colaboración del Colegio de Economistas de Valladolid. Nº238 MAR?16 taria poco puede hacer si ensalzamos el éxito, más aún cuando es fácil y no conlleva sacrificio, y mantenemos la percepción del fracaso como la justa penalización por nuestros errores, en lugar de considerarlo como una oportunidad de aprendizaje. El papel que tienen en ese proceso de formación de valores los primeros años de vida escolar pero, sobre todo, el entorno social y familiar de los estudiantes, es determinantes para que las acciones en el nivel universitario tengan éxito. Comunicación Respecto a la comunicación, el reciente informe del Barómetro de Empleabilidad y Empleo de los Universitarios en España (2015) destaca la comunicación oral como uno de los principales déficits de los recién titulados en opinión de los reclutadores de personal. Sin embargo, este tipo de habilidades son esenciales en esenciales en el emprendedor, tanto para liderar el equipo de trabajo que le acompañe en su proyecto, como para persuadir a los potenciales financiadores de las bondades de su proyecto. De poco sirve un excelente plan de empresa si no somos capaces de atraer la atención sobre él, transmitir nuestro entusiasmo y provocar en el futuro inversor el deseo de conocer todos los detalles de nuestra idea. En contra de lo que algunos piensan, este tipo de habilidades se adquieren a base de práctica y entrenamiento. Por ese motivo, en todos los niveles de la enseñanza, y por supuesto en la formación superior, deberíamos trabajar para que nuestros alumnos pierdan el miedo a hablar en público, y sean capaces de sintetizar y destacar las principales ideas cuando disponen de un tiempo limitado para defender su proyecto. Debemos, por lo tanto, priorizar la formación en valores y habilidades frente al aprendizaje de útiles y herramientas, teniendo claro cuál ha de ser el núcleo y cuál el complemento en la formación para el emprendimiento. Sólo así conseguiremos que la burbuja del emprendimiento no se desinfle, y asistamos a la formación de verdaderos emprendedores por parte de nuestro sistema educativo.
