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Página 3 del número 229, de junio de 2015

OPINIÓN ALBERTO.qxp_maqueta consis 19/05/15 13:54 Página 1 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es l www.castillayleoneconomica.es/blogs/gacetillero-2-0 l @acagigasperez Un cuadro para recordar la estupidez FOTO: DANIMANTIS Recientemente leí en la Prensa unas declaraciones de Alexander Pereira, superintendente de La Scala de Milán, que es el teatro operístico más prestigioso del mundo y la segunda marca italiana más conocida después de Ferrari, en las que afirmaba: ?creía que el dinero privado era veneno?. La sincera reflexión de Pereira, quien ante los recortes públicos se ha visto obligado a buscar el patrocinio de las empresas para cuadrar un presupuesto anual de 120 millones de euros, refleja la irracional alergia que produce el dinero en una parte de la sociedad, y me recordó una sorprendente escena con un genial artista español. Por casualidades de la vida, un amigo me comentó que conocía a un pintor español cuya obra admiro, así que le pedí si podía organizar una visita a su estudio para charlar con él y de paso comprar un grabado -los tiempos no están para dispendios-. Al poco tiempo, ya tenía organizado el encuentro al que asistí expectante por la posibilidad de compartir unos minutos con el artista. Antes de entrar en su estudio, su marchante me indica que no hay problema en comprar uno de los cientos de grabados que el maestro tiene colgados en su luminosa estancia, pero acto seguido me advierte que no debo preguntar por el precio de la obra escogida. ?Ni una palabra de hablar sobre dinero, aborrece que le hablen de ese tema porque cree que el dinero ensucia?. Esa visión está más generalizada de lo que pensamos en nuestra sociedad, cuando es todo lo contrario: el dinero es la justa recompensa a tu trabajo, a tu capacidad, a tu esfuerzo, a tu acierto y es una vara de medir tu valía. Sobre este tema, poco puedo aportar a lo escrito por Ayn Rand: ?el grado de productividad de cada uno es también el de su recompensa. Éste es el código de existencia, cuya herramienta y símbolo es el dinero?. Para la escritora norteamericana, al fin y al cabo la riqueza ?es la capacidad del hombre para pensar?. Por eso, una mente sana no envidia el patrimonio de una persona de éxito, sino su inteligencia y destreza, porque el dinero es sólo una herramienta para alcanzar metas más altas. Quien maldice el dinero es porque lo ha obtenido de forma deshonrosa o porque está frustrado con sus limitaciones, mientras que quien lo respeta es porque lo gana con dignidad y valora esta cualidad en los demás. Advierte Rand, para quien la frase hacer dinero contiene la esencia de la moralidad humana, que quienes se avergüenzan de generar beneficio ?son un cebo natural para las bandas de saqueadores que desde hace siglos se agazapan bajo las rocas y salen en cuanto huelen a alguien que ruega ser perdonado por ser rico, y se apresuran a aliviarlo de su culpa, de su dinero y de su vida?. Un aviso muy oportuno en estos tiempos revueltos donde algunos quieren resucitar trasnochadas doctrinas cuyos resultados todos conocemos. En este nuestro país, cuando se habla sobre las personas de éxito (deportistas, artistas, empresarios, entre otros), los envidiosos comentarios se suelen circunscribir a la cantidad de dinero que ganan, y se obvian las cualidades y los méritos que han posibilitado generar ese patrimonio. Así, el debate se centra en cómo redistribuir esa fortuna, no en qué puede hacer cada uno para intentar ese éxito. Por eso, para Rand el gran mérito de la sociedad norteamericana fue ser la primera en comprender que la riqueza debía de ser creada, al contrario que otros pueblos, como el nuestro, donde se consideraba (y se considera) que la riqueza es ?una cantidad estática que sólo puede ser mendigada, heredada, distribuida, saqueada u obtenida como un favor?. Volviendo al encuentro con mi hasta entonces admirado artista, al final compré un pequeño grabado, cuyo precio tuve que negociar después con su marchante en el portal del bloque de viviendas donde se ubica el estudio del pintor. La transacción se realizó mediante pago en metálico -la suma no era muy elevada- bajo la mortecina luz de una parpadeante bombilla. Ahora tengo colgada la obra en una parte destacada de mi casa, no sólo por su valor artístico, sino también para recordarme todos los días la estupidez de los hombres que desprecian el valor del dinero motivados por un falso sentimiento de superioridad moral o por una frustración ante sus limitaciones, o por ambas cosas a la vez. Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Coordinación Juana Daldea, Víctor García, Vanesa Gómez Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral, Burgos César Presto, León Nuria González, Antonio Corcoba, Palencia Alberto Abascal, Salamanca Elena Cordero, Segovia Fernando Aranguren, Soria Saturio Ugarte, Zamora Óscar Alonso, Motor Santiago Garnica, Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros www.castillayleoneconomica.es twitter.com/cyleconomica www.linkedin.com/company/castilla-y-leon-economica www.facebook.com/castillayleoneconomica www.youtube.com/user/cyleconomica Edita EDICIONES LA MESETA S.L. 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