Página 3 del número 224, de enero de 2015

OPINIÓN ALBERTO.qxp_maqueta consis 17/12/14 09:00 Página 1 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es l www.castillayleoneconomica.es/blogs/gacetillero-2-0 l @acagigasperez Ganarse la confianza de la inversión extranjera FOTO: DANIMANTIS Recientemente, un ejecutivo burgalés de una multinacional germana con presencia en Castilla y León me mostró su desconsuelo porque su compañía le había adjudicado también la gestión de las fábricas francesas. ?Ésas no hay quien las enderece porque Francia está perdiendo competitividad a marchas forzadas en el sector industrial?. Esas palabras me recordaron otras reflexiones realizadas en los últimos meses por directivos españoles que conocen bien a nuestros vecinos del Norte. Cuando estalló la brutal crisis en 2007, la globalización dio paso a un nuevo episodio de patriotismo industrial, donde los Gobiernos influyeron sobre las decisiones de las grandes corporaciones empresariales para que las inversiones se quedaran en sus territorios de origen. Las multinacionales de países como Alemania y, sobre todo, de Francia paralizaron sus proyectos en el exterior para centrar los esfuerzos en las fábricas nacionales, en unas decisiones alejadas de los parámetros de eficiencia y productividad y que sólo obedecían a seguir las recomendaciones, por llamarlo de una forma suave, de sus gobernantes para cortar la hemorragia del paro y reactivar sus economías. Pero con el despegue de la economía mundial, ese nacionalismo industrial empieza a desaparecer y vuelve a imperar la lógica empresarial de invertir en los territorios más eficientes o en los mercados con mayores expectativas de crecimiento para maximizar el esfuerzo económico y acortar el plazo del retorno del capital. En el tablero europeo, Castilla y León ha salido bien parada porque en estos siete años se han registrado pocos casos de deslocalización debido a la magnífica gestión de los ejecutivos, la madurez de los trabajadores y agentes sociales al flexibilizar las condiciones laborales y ajustar los salarios y el apoyo, en algunos episodios, de la Administración regional. Éste es un mérito de todas las partes implicadas en una comunidad autónoma que no partía con muchas ventajas si tenemos en cuenta su escaso peso político en el panorama nacional, su galopante despoblación, su progresivo envejecimiento, su exportación de talento o su escaso espíritu reivindicativo en comparación con otros pueblos de la Península. Estos logros pueden pasar desapercibidos para la opinión pública porque esas multinacionales asentadas en nuestra región no quieren que se sepa públicamente para evitar la presión de los agentes sociales de sus países. Conozco varios casos de filiales españolas de corporaciones extranjeras con presencia en Castilla y León que han captado importantes proyectos de otras zonas de la UE que causarían sorpresa en los sindicatos de sus países, quienes pueden entender una inversión multimillonaria de sus compañías en los mercados emergentes de Asia, América del Sur o Europa del Este, pero no en un país vecino como España cuando en sus fábricas se han congelado las inversiones. Por ejemplo, la industria de la automoción tiene comprometidas unas inversiones de 1.600 millones en seis años en nuestra región, pero este dato apenas se ha comunicado para no soliviantar a las centrales sindicales francesas o italianas; y estoy informado de un gran proyecto en Aranda de Duero (Burgos) que se está ejecutando con secretismo para evitar las protestas de los trabajadores de otro país. Insisto, y sin ánimo de ser triunfalista, con la crisis la imagen de Castilla y León ha salido fortalecida entre las multinacionales extranjeras, que destinan cuantiosas inversiones a nuestra región en competencia con territorios de todo el mundo. Además de la paz social, la estabilidad política, la productividad de las fábricas, la eficaz gestión de los directivos y la implicación de trabajadores y agentes sociales, tal vez influyan otros conceptos, como los que destacó François Michelin, gerente del Grupo Michelin desde 1955 hasta 1999 y promotor de la implantación de la compañía en Aranda de Duero en 1970. El pasado mes de octubre, cuando fue nombrado Hijo Adoptivo de la localidad burgalesa, el también Caballero de la Legión de Honor de Francia recordó en el Ayuntamiento Arandino que, durante su viaje a España en 1967 para analizar las ubicaciones de la nueva planta del grupo, al final se decantó por Aranda del Duero al ver ?la capacidad humana, la tenacidad y el compromiso de sus gentes?. 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