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Página 3 del número 223, de diciembre de 2014

OPINIÓN ALBERTO.qxp_maqueta consis 21/11/14 11:30 Página 1 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es l www.castillayleoneconomica.es/blogs/gacetillero-2-0 l @acagigasperez En espera de los nuevos dioses FOTO: DANIMANTIS A Flaubert le debemos esta descorazonadora frase: ?los viejos dioses habían muerto y los nuevos no habían llegado todavía. Hubo un momento en el que el hombre estuvo solo?. Recuerdo esta escalofriante sentencia cada vez que un empresario o un directivo me pregunta sobre mi percepción de cómo evolucionará la economía. Existen tantas incertidumbres en el horizonte que me dan ganas de recitarles la máxima del escritor francés. A muchos les cuesta asumir que la economía no es una ciencia exacta, sino que pertenece al cuerpo de las ciencias sociales centradas en el imprevisible comportamiento de los seres humanos. Por eso, certezas, las justas. Tras más de siete años de crisis, se empiezan a vislumbrar en España signos de una débil recuperación económica que podría consolidarse en 2015, o no. Si hacemos caso a nuestros gobernantes, el PIB nacional crecerá cerca del 2% e incluso en Castilla y León la previsión del Gobierno regional eleva el porcentaje hasta el 2,1%. ¿Se cumplirán estas expectativas? Ojalá, pero tengo serias dudas. Este tierno crecimiento se ve amenazado por numerosos factores, como la desaceleración de las principales economías de la UE a las que destinamos la mayor parte de nuestras exportaciones, que hasta ahora han sido la auténtica tabla de salvación de las empresas; o el bajo ritmo en la creación de empleo que impide que se anime la demanda interna. Como reflejo de esos riesgos, los profesionales de la banca se quejan de que el sector financiero está inundado de liquidez, pero apenas llegan proyectos de inversión, por la sencilla razón de que la mayoría de los empresarios desconfía de la solidez del alza de nuestra economía. Pero los mayores peligros no se deben a motivos económicos, sino a circunstancias políticas e institucionales que pueden dinamitar las estructuras de nuestro país tal como las conocemos hasta ahora: los constantes casos de corrupción en los partidos históricos, las ilegalidades destapadas en algunos sindicatos y patronales con prácticas más propias de una organización mafiosa diseñada para saquear los fondos públicos, la desaparición de la escena pública española de primeras figuras de la última etapa de nuestra historia, la celebración de unas elecciones en 2015 que propiciarán medidas demagógicas contrarias a los intereses de una sacrificada población, la prolongación de una política de ajustes que ha puesto el foco en las empresas y contribuyentes sin apenas tocar las prebendas de una mastodóntica administración, los desafíos de unos nacionalismos animados ante la inanidad del Estado y el auge de una alternativa populista pseudobolivariana que ha tardado en llegar a España en comparación con otros países de la UE, pero que lo ha hecho con una fuerza sin precedentes, y que puede marcar los designios del país sin necesidad de ganar los comicios: sólo con convertirse en un partido bisagra puede determinar el color y la línea política del futuro Gobierno mediante pactos. Dos generaciones de españoles hemos vivido las tres décadas más prósperas de la moderna historia de España, pero ahora tenemos la sensación de que nos enfrentamos a una profunda transformación cuyo resultado final desconocemos. En épocas de zozobra, resurgen las propuestas políticas mesiánicas acogidas con candidez por una población hastiada e indignada. Sorprendido, en los últimos meses he escuchado a veteranos votantes socialistas y a históricos militantes populares que votarán a Podemos para hacer una purga entre la casta. Y no les puedo rebatir, porque como dijo ValleInclán: ?hay honor en ser mártir devorado por los leones, pero no coceado por los burros?. Vivimos unos tiempos convulsos en los que los viejos dioses están pereciendo y los nuevos aún no han subido a los altares. Y esta situación produce mucha zozobra, y no sólo económica. 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