Página 6 del número 214, de marzo de 2014
opi lucas 24/2/14 09:31 Página 1 6 opinión Prudencia ante operaciones oportunistas E stamos en una fase de la larga crisis económica y financiera en la que un dato estadístico de la coyuntura diaria o cualquier acontecimiento es interpretado como la constatación evidente de que la economía ha cambiado de ciclo y estamos entrando en una senda de crecimiento económico y de creación de empleo. Tengo mis dudas de que este mensaje, por muy reiterado que sea, llegue a producir el efecto deseado y esperado por sus autores: el incremento de la deprimida confianza de consumidores e inversores, necesario para conseguir que consumo e inversión sean los auténticos motores de un crecimiento económico sostenido. Es cierto que las Bolsas han tenido un recorrido alcista muy importante, nadie puede negar que la prima de riesgo de la deuda pública ha experimentado un recorte significativo, hemos conocido una serie de operaciones corporativas emblemáticas por la notoriedad de los inversores que las han protagonizado y podíamos seguir recurriendo a otros argumentos para dejar constancia de que ?lo peor ya ha pasado?. Me parece legítima esta estrategia de comunicación dirigida fundamentalmente a restablecer la confianza de unos ciudadanos con el ánimo deprimido; pero me resulta peligrosa si se utiliza para convencer a los inversores de que es la hora de acometer nuevos proyectos o de asumir mayores dosis de riesgo en la gestión de su ahorro. Y me dirijo básicamente a ese grupo de aho- LUCAS HERNÁNDEZ Economista rradores que ven cómo día a día disminuye drásticamente la retribución de sus depósitos consecuencia de una directriz emanada del Banco de España y que de forma diligente han implantado todas las entidades bancarias para mejorar su debilitada cuenta de resultados. Gestionar el riesgo He reiterado en varias ocasiones que en las decisiones de inversión estamos gestionando el riesgo, estamos optando por asumir unos determinados niveles de riesgo o de rechazar la aceptación de determinados productos de riesgo y refugiar el ahorro en depósitos sencillos, que evidentemente nos ofrecerá una baja rentabilidad. Riesgo y rentabilidad son dos vectores absolutamente incompatibles. Y a la hora de definir los niveles de riesgo que estamos dispuestos a aceptar, una variable fundamental que debemos contemplar es la situación actual de la economía y, sobre todo, la expectativa de evolución del entorno económico. Y aquí es donde creo que hay que apelar a la prudencia y no poner en riesgo nuestros recursos procedentes del ahorro con decisiones basadas en mensajes que tienen un objetivo no estrictamente económico. No me resisto a comentar el argumento utilizado en fechas recientes para mostrar la confianza despertada en nuestra economía por parte de unos inversores cualificados que han formalizado una serie de operaciones de inversión en el sector inmobiliario y en determinadas empresas cotizadas. De entrada, no creo que sea un buen indicador de confianza que se esté cerrando la adquisición de inmuebles puestos a la venta por las mayores inmobiliarias del país, que no son otras que la Sareb y el sector bancario en pleno. Con ofertas de derribo, justificadas por las enormes provisiones impuestas por las autoridades financieras, sin una demanda nacional capaz de absorber el stock de inmuebles en el balance de bancos y Sareb, sólo la apelación a un inversor muy señalado hace posible dar salida a unos activos para los que aún no hay un mercado que facilite la digestión de la crisis inmobiliaria. Estos fondos inversores, que asumen con absoluta normalidad la denominación de fondos buitres, no pueden ser tomados como referencia de algo y menos aún para convencer de que hay apetito inversor por activos españoles. No tienen intención de convertirse en propietarios estables, son puros especuladores anónimos sin rostro ni alma, no creo que definan el perfil del inversor necesario para resolver el problema estructural del sector inmobiliario. Bill Gates y George Soros Con ligeros matices podemos afirmar lo mismo de las operaciones corporativas protagonizadas por inversores tan relevantes con Bill Gates y George Soros, que en la últimas semanas han tomado participaciones minori- Nº 214 MAR?14 tarias en dos empresas cotizadas: FCC y Prosegur. Los dos inversores han coincidido en la adquisición de un paquete de FCC en operaciones concertadas con la propia sociedad. Las acciones adquiridas por Gates proceden de la autocartera de la sociedad, mientras que el paquete de Soros le ha sido cedido por la accionista mayoritaria en el marco de la reestructuración financiera del vehículo a través del cual detenta la participación de control de FCC. En cuanto a Prosegur, Gates ha tomado una participación próxima al 3% también procedente de la autocartera. Ni el perfil de las adquisiciones descritas, ni las sociedades objeto de la inversión permiten presentar las operaciones como muestra de confianza de los inversores internacionales en nuestros mercados. Son transacciones habituales en los mercados dirigidas a aliviar la autocartera de sociedades que están consumiendo recursos necesarios para la financiación del negocio ordinario o a facilitar la reestructuración de un vehículo del accionista mayoritario. No estamos ante inversiones productivas o de optimización de la estructura financiera de las empresas para acometer nuevos proyectos de inversión, ni las inversiones se han realizado en sectores estratégicos o decisivos para el futuro desarrollo económico de nuestro país. Estamos ante unas operaciones con finalidad especulativa realizadas por inversores oportunistas y, por tanto, sin credibilidad para generar la pretendida confianza en nuestros agentes económicos. Los únicos beneficiarios de esta serie de operaciones descritas son los que han hecho caja por la venta de los activos transmitidos, pero la economía global en poco o en nada resultará beneficiada.