Página 6 del número 212, de enero de 2014
6opi lucas 23/12/13 11:11 Página 1 6 opinión Unión bancaria descafeinada T erminó 2003 con la buena noticia de la confirmación oficial por parte de la Comisión Europea del final del rescate del sector bancario español. Ya sólo falta que los mercados y los agentes financieros confirmen la versión oficial para dar por finalizadas las turbulencias en el conjunto de bancos de la UE. Ése es el gran reto que aún tiene pendiente el sector bancario europeo. De entrada, seguimos sufriendo unas severas restricciones del crédito que van a impedir que se puedan consolidar las leves mejoras que ofrecen algunos indicadores económicos. Es decepcionante que los esfuerzos que continuamente está realizando el BCE no se trasladen, a través de los mecanismos de la política monetaria, a empresas y familias para estimular la inversión y la demanda interna. La liquidez en el sistema es abundante, los tipos oficiales en mínimos históricos y próximos a cero y la disposición del BCE es totalmente favorable a utilizar todos los instrumentos disponibles para que llegue al sector real de la economía el crédito que necesita para su supervivencia y expansión. Pero la realidad muestra día tras día que los bancos retienen la liquidez en sus balances sin destinarla a cumplir con su función básica, que es intermediar los recursos disponibles entre ahorradores e inversores. Se alude con frecuencia a que una de las razones de que no fluya el crédito bancario reside en la falta de demanda crediticia solvente debido al excesivo endeudamiento actual de empresas y familias. Es una razón evidente, pero insuficiente para expli- LUCAS HERNÁNDEZ Economista car de forma satisfactoria la escasa disposición de los bancos a abrir el circuito del crédito. Es hora de mirar dentro del sector bancario para buscar las verdaderas causas, y ello implica encontrar respuesta a dos cuestiones: ¿dónde está encajada la abundante liquidez del sistema? Y una segunda más importante: ¿por qué? Liquidez inmovilizada La primera cuestión no merece demasiada atención, pues la respuesta es sobradamente conocida y confirmada por los datos extraídos de los propios balances bancarios: la liquidez está inmovilizada en la voluminosa cartera de deuda pública adquirida por la totalidad del sistema bancario; un negocio de carácter claramente especulativo, alejado del negocio habitual y recurrente de las entidades bancarias, pero sumamente rentable para sus cuentas de resultados. Y en la explicación va implícita ya la respuesta a la segunda pregunta: la razón de esta política (repito, claramente especulativa) es la debilidad de las cuentas de resultados del sistema. Los bancos obtienen sus ingresos ordinarios y recurrentes de los intereses que perciben por sus operaciones crediticias; pero si no conceden créditos la consecuencia inmediata es que no tienen ingresos. La clave está en que han descubierto un sucedáneo para su negocio habitual: comprar deuda pública al 4% con el dinero que inyecta al sistema el BCE al tipo de casi el 0%. Es lo que se llamaría el negocio más tonto del mundo. El problema es que la operación no es inocua ni para los bancos ni para la economía global. Los bancos están en cierta medida haciéndose trampas en el solitario con esta praxis inversora y la economía carece del ingrediente fundamental para alimentar la actividad económica. No debe extrañar a nadie que el BCE esté decidido a impedir que continúen las compras de deuda pública aprovechando la política monetaria expansiva a bajos tipos de interés. Para ello está decidido, en el marco de los planes puestos en marcha para asumir la supervisión única, que todas las entidades se sometan en el curso 2014 a unos análisis de la calidad de sus activos, entre los que se encuentran las carteras de deuda pública, y está dispuesto a establecer una penalizaciones a las inversiones en deuda pública que perderían de esta forma la calificación de activos sin riesgo. Ni que decir tiene que todas las entidades han puesto el grito en el cielo y se están produciendo todo tipo de presiones sobre el BCE para evitar estas penalizaciones, que supondrían mayores requisitos de capital a un sector que acaba de cerrar un proceso reciente de saneamiento y capitalización que ha dejado muchas heridas. Pero la postura del BCE no puede ser más prudente. La banca olvida que la deuda que tiene en balance es de largo plazo y financiada con recursos inyectados por el BCE de plazo muy corto. Y una vez más tenemos que responder a otra pregunta: ¿qué pasaría con el mercado de deuda pública si el BCE cambiara el sesgo de su política monetaria?, ¿cómo afectaría a Nº 212 ENE?14 los balances bancarios y a las cuentas de resultados? Las respuestas son obvias y, por supuesto, nada favorables para el sistema. Por tanto, conviene revisar cuanto antes esta política de la banca, confiando que sea el primer paso para abrir de una vez por todas el grifo del crédito; la economía lo necesita y los bancos retomarían un gestión más sana y coherente con su misión fundamental como intermediario financiero. Supervisión única Si confiamos que la unión bancaria va a resolver los problemas del crédito, ya podemos armarnos de paciencia. Resuelta la primera pata del proyecto, la supervisión única, con unas limitaciones que convierte la denominación de unión en una ironía, al quedar excluida toda la banca regional alemana, de dudosa reputación financiera, nos encontramos ahora con que el segundo pilar, el relativo al mecanismo de resolución y liquidación de bancos en crisis, vuelve a poner en cuestión la voluntad de los miembros de la UE de llegar de verdad a una unión bancaria. Será un organismo intergubernamental el que decidirá qué bancos irán a la liquidación que se hará con fondos nacionales hasta el año 2026; eso sí, habrá un período de adaptación para ir accediendo progresivamente a la utilización de fondos comunitarios. Y aún falta el tercer pilar, fundamental para el funcionamiento de la unión: un fondo común de garantía de depósitos. A la vista de las eternas discusiones para alcanzar un acuerdo de mínimos sobre los otros dos pilares, podemos concluir que tendremos un fondo común de garantía para 2050. Y eso que la unión bancaria era la panacea que acabaría con los problemas sistémicos del sector bancario.