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Página 6 del número 203, de abril de 2013

6 opi lucas 20/3/13 12:40 Página 1 6 opinión La financiación extrabancaria no existe LUCAS HERNÁNDEZ Economista En mi último artículo alertaba sobre algunas ideas que estaban circulando en los ámbitos profesionales con la loable intención de impulsar el crédito a pymes, pero que, en mi opinión, no apuntaban en la dirección correcta. ?Aquí y ahora, no hay vida financiera fuera del sector bancario?, afirmaba. Mis temores a propuestas inadecuadas se han visto confirmados con el anuncio de un proyecto de ley de apoyo al emprendedor (qué título más atractivo) que recoge un amplio abanico de propuestas, casi todas muy bien orientadas, con una (para mí, obviamente) sonora excepción que hace referencia a las vías de financiación diseñadas para abrir el crédito a los emprendedores, que pasan por impulsar la financiación extrabancaria. Estamos ante un intento claro de ?reeditar modelos de desintermediación financiera que han fracasado estrepitosamente en España?, y cito literalmente unas líneas de mi artículo anterior. Y como no me gusta quedarme en el plano académico y en la jerga utilizada por los profesionales de las finanzas, voy a intentar explicarme en lenguaje llano. Modelo anglosajón Los sistemas financieros anglosajones evolucionaron con mucha mayor antelación que los del resto de los países desarrollados. Es lógico, pues, que en el proceso de modernización de los sistemas más atrasados, los teóricos y las autoridades financieras tomaran como referencia los modelos de los países más avanzados. Así se hizo en España, que partía de una situación en la que la banca dominaba toda la escena financiera, frente a los modelos anglosajones, en los que existía una feroz competencia entre los intermediarios financieros bancarios (bancos y cajas) y los no bancarios (fondos de inversión y sociedades de valores, entre otros). La actividad bancaria tradicional configuraba el modelo clásico de intermediación entre el ahorro y el crédito. Estaban en el centro del circuito que recoge el ahorro de los particulares y empresas y lo dirige a la concesión de créditos (bancarios, por supuesto). Estamos ante el modelo de intermediación bancaria. En un proceso de desintermediación, la empresa no pasa por circuito bancario para obtener un crédito, sino que acude a los intermediarios no bancarios en busca de la financiación y, por tanto, no hay crédito bancario. ¿A través de qué instrumento se formaliza la operación de financiación? Simplificando la respuesta, digamos que la emisión de bonos, obligaciones y pagarés de empresa configura el esquema fundamental para crear una financiación extrabancaria. Hasta aquí todo perfecto y atractivo. Todos creíamos que habíamos dado con la piedra filosofal: el volumen de crédito disponible para empresas y familias iba ser muy superior y, adicionalmente, como consecuencia de la competencia entre bancos y las nuevas entidades el crédito tendría que ser más barato. Todo el argumentario teórico avalaba la idoneidad de abrir nuestro sistema financiero, absolutamente bancario, a la operativa de los intermediarios no bancarios. Y validada la idoneidad por los teóricos, las autoridades financieras aprobaron un nuevo marco legal en el que se incorporaron nuevos operadores, como los fondos de inversión y de pensiones, sociedades de valores y fondos de capital riesgo, al tiempo que se dictaba una normativa muy estricta para regular la emisión de bonos, obligaciones y pagarés. En los años 80 quedó establecido el marco legal y de manera inmediata se autorizó la constitución de una ingente variedad de intermediarios no bancarios, que iniciaron su andadura en los mercados en un clima de euforia y con la convicción muy extendida de que estábamos asistiendo a la revolución financiera que iba a modificar sustancialmente las relaciones entre los distintos agentes económicos y que los flujos del ahorro y el crédito iban a canalizarse por circuitos inéditos que generarían un sistema crediticio más ágil y eficiente. Causas del fracaso Hasta aquí la exposición del proceso de creación de todo un complejo mecanismo de financiación extrabancaria y las expectativas abiertas en ese momento. Ahora vayamos a la realidad de hoy día. ¿Qué queda de todo aquel entramado? Desgraciadamente, casi nada. Apuntaré las causas que contribuyeron al fracaso del modelo de desintermediación: 1) En España los nuevos intermediarios no bancarios fueron creados casi en su totalidad Nº 203 ABR?13 por los bancos y cajas nacionales. Por ello no se trasladó perfectamente el modelo anglosajón que se intentaba seguir. Aquí la competencia entre bancos y las nuevas entidades no era real, pues evidentemente éstas estaban dirigidas y controladas por sus bancos fundadores. b) No es un tema menor por cuanto los intermediarios no bancarios necesitan acceder al ahorro para poder ofrecer financiación a emprendedores. También en este punto resulta evidente que los bancos ejercieron un control estricto sobre su política de captación del ahorro. Es más, podemos afirmar que los recursos que captaban estos intermediarios se hacían por las propias redes bancarias. c) La fórmula más pura de financiación extrabancaria a través de la colocación directa de bonos, obligaciones y pagarés a los ahorradores era pura utopía. La labor de todo intermediario es conectar ofertas y demanda, para lo que dispone de una red de distribución. ¿Qué red tienen las empresas españolas para vender a los ahorradores sus instrumentos de financiación? Jibarización del sector En definitiva, en un sistema financiero dominado por el sector bancario que dispone de una amplia red especializada en la captación del ahorro y en el análisis de los riesgos crediticios, no hay lugar para otro tipo de intermediario que intente competir con la banca a la hora de facilitar el crédito a empresas. He dicho que en la actualidad no quedan más que vestigios irrelevantes de lo que fue un complejo entramado de entidades no bancarias. Hay que añadir que el propio sector bancario ha sufrido una jibarización alarmante con serio riesgo de que se forme un oligopolio en la captación del ahorro y en la concesión de crédito a los agentes económicos. Y que en este proceso se ha comprometido un volumen ingente de recursos públicos que hay que optimizar. En este escenario, ¿quién va a constituir nuevos intermediarios ya fracasados en tiempos aún recientes? Los bancos actuales, por supuesto que no. ¿Qué empresas van a emitir pagarés sin una red que permita colocarlos directamente a los ahorradores? Ninguna. Y finalmente, ¿qué ahorradores van a asumir el riesgo de impago de los títulos emitidos por empresas cuya situación financiera desconocen? Ni los más osados. En resumen, bienvenida la nueva ley de apoyo al emprendedor (qué título más atractivo), pero ?no hay vida financiera fuera del sector bancario?.

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