Página 36 del número 196, de septiembre de 2012
opi eco septi 7/8/12 09:17 Página 1 140 opinión Ana Martín García Economista D e todos es sabido que con la situación económica actual se nos ha cerrado el grifo crediticio a todas las pymes y autónomos y ni que con el Real Decreto-Ley de Saneamiento del sector financiero aprobado a principios de este año se ha conseguido arrojar algo de luz a este respecto. Se ha dado mucho de qué hablar y seguimos con la sensación de que este tipo de medidas realmente por sí solas estén ayudando a que las entidades financieras completen la financiación a empresas de modo distinto al actual. El endurecimiento en las condiciones de concesión de crédito ha provocado una contracción en la demanda como consecuencia de la debilitación de la actividad económica. Esto no significa que toda la demanda no sea solvente, sino que debido a la actividad económica, ésta se contrae. A la vez la contracción de la oferta de crédito y las ¿Luz al final del túnel? Realidad o ficción elevadas condiciones en las que se concede, cuando se concede, presiona a las empresas en su actividad comercial, pues si venden más de lo que admiten sus líneas de financiación de circulante tienen asegurada una tensión en la tesorería que puede afectar seriamente a la actividad de la empresa, con independencia de que la cuenta de resultados sea positiva. Prudencia No es de extrañar, pues, que en esta coyuntura empresarial, económica y financiera, y con estas limitaciones, se imponga la prudencia en el crecimiento; las empresas van a ajustarse a sus posibilidades de generación de caja y de financiación. Alguien podría decir que para eso están los préstamos ICO, pero quien conoce de cerca el funcionamiento de las empresas sabe que no son precisamente económicos en sus condiciones de concesión, ni flexibles en su modo de utilización ya que exigen las disposición de los fondos de una sola vez con los gastos financieros que ello ocasiona. Situación, por lo tanto, complicada para las empresas que deseen acceder o mantener sus líneas de financiación y más todavía si nos fijamos en aspectos como las exigencias de capital que presionan a las entidades, en algunos casos pendientes de completar, sobre todo teniendo en cuenta que el Decreto Ley establece que parte de las provisiones se hagan con recursos propios, cuando algunas entidades han consumido completamente sus provisiones en los últimos meses y sus cuentas de resultados en algunos casos son insuficientes, lo cual que se traduce en más necesidad de recursos propios y/o menos activos en riesgo para cubrir los coeficientes de solvencia. Por otro lado, nos encontramos con problemas de liquidez solventados con inyecciones del Banco Central Europeo a efectos bancarios, pero no en la economía real; lo cual sólo beneficia a las cuentas de resultados de las entidades. Nº 196 SEP?12 También influye que el ritmo al que se amortizan los préstamos vivos en los balances de las entidades financieras no mejora las expectativas, ya que se han ralentizado notablemente por el alargamiento de los plazos o como consecuencia de las refinanciaciones. Y, por último, los procesos de concentración que se han ido efectuando y los pendientes de realizar generan unas concentraciones de riesgos en los bancos resultantes muy superiores a lo establecido en sus políticas de riesgos. Mal panorama Mal panorama que no ayuda en ninguna medida a que nuestro tejido empresarial se beneficie más del crédito y en mejores condiciones y, por lo tanto, que se produzca la esperada reactivación económica. Ante esta situación, y como siempre, es Europa la que propone movilizar inversiones en los Estados miembros como estrategia de crecimiento, en concreto a través del Fondo Europeo de Inversiones (FEI), que se creó en 1994 y que está especializado en dar soporte y promover la financiación de las pequeñas y medianas empresas, teniendo un destacado papel en el desarrollo de los programas que la Co-
