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Página 6 del número 195, de agosto de 2012

6 lucas 9/7/12 12:54 Página 1 6 opinión Sólo el crecimiento nos salvará L a volatilidad instalada en los mercados antes, durante y después de las cumbres europeas que periódicamente se celebran en Bruselas es un síntoma claro de la escasa confianza de los inversores y de los agentes económicos en la capacidad de las instituciones comunitarias para presentar soluciones creíbles para los problemas de esta larga crisis próxima ya a cumplir su cuarto año. La decisiva cumbre de finales de junio no se ha movido ni un ápice del consabido guión: presentación solemne de los acuerdos para recapitalizar la banca española y mucho más contenida para los compromisos de compra de deuda pública hispana e italiana por los fondos de rescate europeos. La reacción de los mercados ha sido de libro: primero se cierran las posiciones cortas y después se realizan los análisis reposados para plantar las nuevas estrategias de inversión. Evidentemente, la segunda oleada es la que marca la tendencia de fondo para las sesiones posteriores. ¿Y qué dicen los análisis sosegados de los resultados de la cumbre? ¿Estamos ante la definitiva solución para el sector bancario español? El escepticismo es la característica dominante entre los analistas y los agentes financieros que mueven los mercados. Y la razón es muy sencilla: los aspectos positivos han quedado aplazados a fechas desconoci- LUCAS HERNÁNDEZ Economista das, incluso imprevisibles, porque se necesitan cambios normativos en las reglas de funcionamiento de los fondos de rescate, que son los llamados a implementar las nuevas medidas acordadas. Mientras tanto, estamos donde estábamos: las ayudas europeas irán directamente al FROB y no a los bancos; seguimos sin saber el importe final de las ayudas; ignoramos cuándo serán efectivas para poder abordar definitivamente el saneamiento de los balances; desconocemos aún las condiciones que deberán cumplir el sector bancario en su conjunto y especialmente las que afectarán de forma específica a los bancos beneficiarios de las ayudas; y en último lugar, y quizás lo menos importante, las condiciones financieras del préstamo del fondo de rescate europeo (plazo, tipo de interés, período de carencia). Déficit público Y no entro en si habrá nuevas condiciones macroeconómicas para la economía española, porque lo considero tema zanjado. La variable determinante y el origen de todos los ajustes está claramente definida: es el déficit público, que fijado de forma indiscutible en el 3% determina la política presupuestaria y económica de los próximos años. Atados a esta variable es una cuestión bizantina debatir si habrá nuevas imposiciones de ajustes como consecuencia del rescate bancario. Desde el punto de vista económico carece de sentido; el 3% de déficit es un dogma, y los dogmas se aceptan y no se discuten: Salvo que hagamos un acto de apostasía que nos conduciría a ser expulsados del paraíso (perdón, quería decir del euro). La única alternativa es conseguir que el debate sobre el crecimiento se instale definitivamente en la sociedad europea y que ocupe un lugar nuclear y de relieve entre los temas prioritarios de las cumbres políticas. Es el único antídoto para soportar los efectos de las medidas de ajuste, que van a seguir aplicando los responsables de la política económica. Decepción Y ahí nace otra de las decepciones de la última cumbre. Es cierto que han acordado un paquete de inversiones por importe del 1% del PIB europeo, pero ni el importe suscita entusiasmo entre los analistas, ni la presentación realizada al final de la cumbre genera confianza sobre las verdaderas intenciones de los países impulsores del ajuste duro. Parece más bien otro brindis al sol, mero cambio semántico incorporando al lenguaje rutinario el término crecimiento, pero sin voluntad política de abordar un auténtico plan para el crecimiento y el empleo. Por eso hay que seguir insistiendo en el mismo mensaje. Ahora que nadie discute la necesidad de Nº 195 AGO?12 continuar con el control del déficit público, es el momento de abrir un nuevo camino que nos conduzca a romper la tendencia recesiva en las economías europeas. Más crecimiento y menos déficit público es la fórmula. La combinación de ambas políticas es lo único que nos asegura la estabilidad del euro. El énfasis tiene que pasar al crecimiento al mismo nivel que la austeridad. Cada vez son más los convencidos, la presión dialéctica ha conseguido atraer a nuevos militantes. Pero los resultados son aún decepcionantes. Desviar la atención con el BCE Exigir que el BCE tome el protagonismo es desviar la atención. Ha bajado los tipos de interés; ha comprado deuda pública; ha inundado de liquidez a las entidades bancarias; y, por todo ello, ha soportado duras críticas de los halcones del monetarismo y la ortodoxia. No puede hacer más, he dicho en otras ocasiones que otros deben tomar el relevo. Sólo un plan serio y creíble por el crecimiento puede ser el inicio de una recuperación de la confianza de las empresas y consumidores; la solución real al problema del sector bancario, acuciado por la elevada morosidad y sin capacidad para hacer fluir el crédito; significará la apertura del mercado interbancario, fuente imprescindible de financiación para los bancos; los mercados financieros, auténtico barómetro de la confianza, sentarán las bases para una recuperación intensa y sólida; y, por último, los Tesoros encontrarán mayores facilidades para conseguir el control del déficit presupuestario a través del incremento de la recaudación, verdadero talón de aquiles de las haciendas públicas europeas.

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