Página 78 del número 194, de julio de 2012
76 y 78 opi eco 21/6/12 08:39 Página 2 78 opinión tieran lo que pudieran cumplir y que nos explicaran claramente que sin esfuerzo no hay, no puede haberlas, recompensa ni satisfacción de necesidades, pero esto ¡no mola! Como decía, la mala situación actual es resultado de una serie de decisiones erróneas tomadas desde determinadas instituciones por personas en las que hemos confiado y que, visto lo visto, no merecían tal confianza. Sin embargo, hay una gran diferencia entre lo que sucede en España con lo que sucede en otras partes del mundo: aquí no se buscan culpables, no se depuran responsabilidades, no hay nadie que asuma los errores y esto, indefectiblemente, nos condena a volver a repetirlos. Y nosotros, como ciudadanos, nos hemos acostumbrado a esta situación, de tal forma que justificamos cada uno de esos errores pensando que los otros los habrían cometido aún mayores. Esto nos hace responsables de la situación y por tanto merecedores del castigo que sufrimos en nuestro día a día. Profesionales de la política Hace casi 20 años me presentaron a un personaje, un colega estudiante, que con cerca de 26 años no había sido capaz de terminar sus estudios universitarios (dato que no he podido acabar de confirmar pero, en todo caso, sería un precedente adelantado de los líderes estudian-sindicalistas de hoy en día). Una de las excusas, sin duda una de las de mayor relevancia para ese retraso formativo, era que había iniciado lo que se preveía una brillante carrera política que le mantenía ocupado en el Ayuntamiento de una de las mayores capitales de provincia de Castilla y León. Unos años más tarde, sin duda algunas malas y envidiosas lenguas, confesaron que se habían tenido que modificar los estatutos de las juventudes de su partido para que él pudiera seguir en el cargo de presidente. Está claro que él se seguía sintiendo un joven más, algo lógico teniendo tan cerca su época estudiantil, pero parece que su DNI no decía lo mismo. Al cabo del tiempo, ese mismo jovenzuelo se ha convertido en el excelentísimo señor alcalde de dicha población a la que lleva y llevará, seguro, por la senda del éxito. Ésta es precisamente la demostración empírica de la segunda parte de la mencio- ?Aquí no se buscan culpables, no se depuran responsabilidades, no hay nadie que asuma los errores y esto, indefectiblemente, nos condena a volver a repetirlos? nada teoría orteguiana: En España la mayoría de los políticos son profesionales de la nada, cuyo mayor o único mérito es haber sabido permanecer en el bando adecuado sin hacer ruido, sin llamar la atención, sin dar nunca una opinión discordante, sin aportar nada, sin molestar. Políticos de carrera (que no con estudios en muchos casos) que no conocen la vida real (¿el precio de un café?). Y en ese tipo de manos dejamos nuestro destino. Como digo, hace 20 años tuve ese brevísimo primer contacto con el mundo de los políticos profesionales españoles: unos personajes curtidos en mil batallas dialécticas, sometidos a traiciones a diario, traicioneros por imperiosa necesidad de supervivencia y que igual defienden una idea que la contraria, además de ser unos auténticos artistas de la demagogia. Como diría otro de nuestros protagonistas: ?no me gustaría tener que hacer lo que ayer dije que no haría, pero si lo tengo que hacer, lo haré?. ¡Toda una declaración de principios! Hoy por hoy nos da igual, pero hace unos años, al que decía una cosa y hacía la contraria se le llamaba? ¡coño! ya ni soy capaz de recordar la palabra. Quizás debido a que en nuestra comunidad todavía permanece arraigada la rancia tradición de español viejo de llamar al pan, pan y al vino, vino hay algún desapego hacia lo que se conoce, con cierto desprecio, como el mundo de la política. Incluso es fácil encontrar quien manifieste sin rubor que pasa de la política y de sus miembros. Sin embargo, como economistas o partícipes de la actividad económica, estamos obligados a revisar todos aquellos asuntos que pueden influir sobre la economía en general y sobre Artículo elaborado con la colaboración del Colegio de Economistas de Valladolid. Nº 194 JUL?12 nuestras pequeñas unidades económicas en particular. Los hechos demuestran que hoy en día no hay nada más influyente sobre ese mundo económico que las decisiones que se toman en cualquier Parlamento o Administración por minúsculo o insignificante que este nos pueda parecer. Y para cualquier observador imparcial son muchas de esas decisiones las mayores fuentes de nuestros problemas actuales. Es claro, por tanto, que si obviamos a las personas que toman esas decisiones, estaremos dejando vía libre a sus desmanes. Tentaciones Por supuesto, que nuestros gobernantes tengan tentaciones e incluso que caigan en ellas no les diferencia en absoluto del resto de regidores del mundo. Como decía Lord Actum, todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Nuestra peculiaridad es que soportamos esta situación de forma totalmente estoica. Lo lamentable, lo imperdonable por sus consecuencias, es que no hagamos nada como pueblo para rebelarnos ante quienes nos engañan de forma tan descarada. Si observamos a los países serios, en ellos a quien se equivoca se le señala, a quien engaña se le estigmatiza, y a quien roba, a quien delinque, se le aplica la Ley como a un ciudadano más. Esto da como resultado que ciertos miembros de La Casta acaben pasando por prisión, que devuelvan lo que se llevaron o, incluso, que sientan tanta vergüenza que lleguen al suicidio. Creo que es exagerado pensar que si esta última opción se pusiera de moda en España acabaríamos de un plumazo con el problema del paro. Como mucho con la mitad. Y tampoco se trata sólo de eso. Pongamos en otras palabras lo que estamos soportando: imaginemos que uno de nuestros amigos coge nuestra cartera y retira de la misma un billete de 100 euros (el que los tenga) que se guarda en su propio bolsillo. Con ese dinero nos invita a comer. Es un caradura pero, hasta ahí, cada uno es libre de seguir considerándole o no un amigo. Pongamos que además se queda con los 10 euros de las vueltas. Bueno, va? ¿Y si nos pide un nuevo esfuerzo? Que le prestemos 20 euros más. Con ésos se fuma un puro.