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Página 76 del número 194, de julio de 2012

76 y 78 opi eco 21/6/12 08:39 Página 1 76 opinión La casta ÁNGEL VASALLO ANDRÉS Economista H ace tan sólo unas semanas he llegado a presenciar algo que no pensé que en España pudiera pasar: escuchar de boca de un ex político reconocer que él y sólo él tuvo la culpa de la actual situación de nuestro mercado financiero en general y de las cajas de ahorro en particular. Su reflexión, tras 35 años de vida de una propuesta legislativa que le presentaron hecha y que firmó sin estar de acuerdo con su contenido, es que debería haberle mostrado su desacuerdo a su ministro, haberle trasladado su opinión y entre los dos haber conseguido tumbar aquella idea. Cuando el eminentísimo profesor palentino Enrique Fuentes Quintana reunió 25 años después a los miembros del que fue su gabinete, y se preguntaron en voz alta cuál había sido el error más grave de aquel Ministerio, nuestro protagonista, el también eminente profesor vallisoletano Juan José Toribio, levantó rápido la mano para ser el primero en contestar y reconocer su error. Un gesto muy loable por su parte. Lo triste es que no sirviera para nada. Evidentemente, es mucho más fácil interpretar el pasado que predecir el futuro. A nadie se le escapa que, en un mundo casi perfecto, tras este reconocimiento, el primer paso más lógi- co habría sido rectificar aquella decisión. Sin embargo, estamos en España, y todos sabemos que nuestros gobernantes, en su inmensa sabiduría, no son mucho de rectificar aprendiendo de los demás. Creo que todavía no he mencionado el error. Y me temo que ni siquiera importa cuál sea. Lo relevante es la especial capacidad que tenemos en España para no rectificar errores ni tarde, ni mal, ni nunca. ¿A quién podía importar que la persona que abrió la puerta a que nuestros políticos estuvieran al frente de las cajas de ahorro dijera que esta decisión fue un error? ¿A nuestros políticos, esos mismos que, precisamente por haber estado al frente de dichas entidades, han podido satisfacer vía latisueldos o megapensiones a estómagos agradecidos de su cuerda ideológica?, ¿a nosotros, que por creernos todo aquello que nos venden esos mismos políticos sin pararnos a analizarlo, hemos permitido, seguimos haciéndolo, esos desmanes? Necesidades No debe sorprendernos que los beneficiados por el error no lo hayan rectificado. Como la mayoría de nosotros, son seres humanos con necesidades que satisfacer, e intentan hacerlo como saben, como pueden y, lo peor, como les dejamos. Es precisamente ese instinto de supervivencia lo que suele explicar cada uno de sus pasos. Un instinto que es la expresión más básica de lo que significa la economía para cada uno de nosotros: Cómo asignar unos recursos disponibles que son escasos, y que no siempre me pertenecen, de manera que ME satisfagan A MI el máximo posible de MIS necesidades. (Y de los miembros de mi familia, amigos, amigue- Nº 194 JUL?12 tes, conmilitones, miembros de la secta, afines,?). Es claro que la actual situación deriva de una concatenación de errores a nivel mundial, falsas creencias, ideas alocadas, relajación en las instituciones y la actuación de muchas personas sin escrúpulos. Sin embargo, en España tenemos algún problemilla adicional que nos hace peculiares. Pueblo aborregado Ya unos años antes de la llegada de la II República, Ortega y Gasset tenía una curiosa teoría al respecto: el pueblo español está más aborregado que otros de nuestro entorno y por eso preferimos dejarnos convencer tan fácilmente por charlatanes que hacen todo tipo de promesas, aunque sepamos a ciencia cierta que son imposibles de satisfacer. Un ejemplo reciente: en 2008, dos años después del inicio de la crisis, uno de los mensajes más repetido por el partido que ganó las elecciones fue que en España no había crisis pues nuestra economía jugaba la Champions League y uno de sus eslóganes de campaña fue Por el pleno empleo (sic). Sirvo otro ejemplo ilustrativo de lo que somos como pueblo y que nos define: hace unos años, una conocida marca automovilística estuvo anunciando a diario en TV y prensa un descuento excepcional en sus vehículos de 3.000 euros, pero ¡ojo! había que darse prisa, la oferta sólo duraba hasta fin de mes. Lo increíble por lo burdo de la manipulación es que mantuvo esos anuncios (y la oferta excepcional) de forma ininterrumpida ¡durante varios años consecutivos! ¿Resultado?: llegó a ser la marca número 1 en ventas en España. Tendríamos otra opción, creer a aquéllos que sólo prome-

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