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Página 6 del número 193, de junio de 2012

opi lucas 24/5/12 09:53 Página 1 6 opinión ¿Punto final a la reforma financiera? E n el artículo del mes de mayo señalaba como una de las causas del negativo comportamiento de la Bolsa y del incremento de la prima de riesgo las dudas de los analistas con relación al sector bancario al considerar insuficientes las medidas adoptadas en febrero para sanear de una vez por todas los riesgos inmobiliarios de sus balances. Posteriormente a la publicación del artículo, los mercados continuaron con el severo castigo a todos los activos españoles, especialmente a todos los bancos sin excepción. El remate a una semana de sobresaltos continuos fue la nacionalización de Bankia, que obligó a intervenir a las autoridades europeas y al FMI reclamando una actuación enérgica de las autoridades financieras españolas para cortar la pérdida de confianza en el sector bancario español, que contaminaba al mercado de deuda soberana con la consiguiente escalada de la prima de riesgo. El Consejo de Ministros del 11 de mayo aprobó una nueva reforma del sector bancario, la segunda en tres meses. La pregunta inmediata tras la presentación de las nuevas medidas fue: ¿es ésta la reforma definitiva y última que permitirá recuperar la confianza en la banca española? Algunos iban más lejos y preguntaban cómo es posible que en el marco de una crisis global sólo esté cuestionada la solvencia de los bancos españoles. Interesante pregunta esta última cuya respuesta permite contextualizar la valoración de las recientes medidas adoptadas y responder si estamos ante el final del proceso o seguimos en estadios intermedios en espera de la solución definitiva. El proyecto puesto en marcha por el organismo regulador y las autoridades económicas para la reforma del sistema financiero español no es comparable con los planes puestos en marcha en otros países en apoyo de sus respectivos bancos. Fueron precisamente los bancos internacionales (americanos y europeos) los que desataron la crisis económica en agosto de 2007 cuando se produjo la explosión de las hipotecas subprime (o basura, como se las conoció popularmente), que contaminaban sus balances. Recordemos que la LUCAS HERNÁNDEZ Economista sana excepción eran los bancos españoles. El efecto más inmediato del estallido de la crisis fue el cierre de los mercados interbancarios por la pérdida mutua de confianza entre las entidades financieras: ningún banco se fiaba de los demás por desconocer el grado de exposición a las hipotecas subprime, primeros activos que merecieron con toda justicia el calificativo de tóxicos. Pero nadie tomó decisiones, probablemente nadie vio el peligro que acechaba a todo el sector financiero mundial. Hasta octubre de 2008, fecha en la que la quiebra de Lehman Brothers hizo saltar todas las alarmas. Medidas en bancos mundiales Los mayores bancos mundiales tomaron conciencia de su delicada y débil situación; las autoridades financieras entendieron y asumieron que para evitar una catástrofe económica mundial era necesario lanzar un plan para salvar a la banca de los problemas de solvencia y liquidez que habían acabado con Lehman Brothers. De manera inmediata diseñaron planes específicos para limpiar los balances bancarios de activos tóxicos, inyectando recursos públicos en el capital de sus bancos nacionales. Los mayores bancos mundiales se beneficiaron de estas generosas y cuantiosas ayudas, acogiendo sin complejos la entrada en su capital de los recursos aportados por los Tesoros. Citigroup y Bank of America recibieron del Tesoro americano 45.000 millones de dólares cada uno. En Gran Bretaña quebró Northern Rock y el Estado adquirió el 44% de Lloyds y hasta el 80% de Royal Bank of Scotland. Alemania dejó caer al Hypo Real Estate y adquirió el 25% de Commerzbank y el 3% de Deutsche Bank. Un último ejemplo: en Holanda ING recibía ayudas por 10.000 millones, mientras en España competía ferozmente con la banca nacional ofreciendo depósitos al 4%. Los gobiernos europeos primero inyectaron los recursos y después comunicaron a la Comisión Europea el plan de ayudas. Evidentemente la Comisión no tardó en dictaminar que eran ayu- Nº 193 JUN?12 das públicas que debían estar sujetas a determinadas condiciones. Pero para entonces los bancos europeos ya estaban saneados (sin activos tóxicos) y capitalizados (con fondos públicos). En España nos sentíamos tranquilos al no tener hipotecas subprime que sanear. En nuestro país se había abierto primero y consolidado después el debate sobre la necesidad de reestructurar el sector de cajas, excesivamente atomizado y con incipientes problemas de debilidad y rentabilidad debido al exceso de capacidad instalada tras varios años de crecimiento económico financiado a través del crédito bancario. Tenía además el sector bancario español otra debilidad: la expansión del crédito se había financiado con una apelación insistente a los mercados internacionales, cerrados a cal y canto desde el inicio de la crisis. Era preciso, pues, adecuar los balances bancarios a una estructura de activo-pasivo sostenible y que pudiera ser financiada sin tensiones. Las fusiones entre entidades financieras (cajas fundamentalmente) fue la vía escogida por todas las partes implicadas para acometer el proceso de reforma. Es así como en junio de 2009 ve la luz el D.L. de creación del FROB con la misión principal de aportar determinados recursos para facilitar los procesos de integración entre entidades y realizar los ajustes de estructura (personal y oficinas) y de balance (saneamiento de activos). Los recursos aportados por el FROB se formalizaron a través de participaciones preferentes, en realidad préstamos a devolver en cinco años, aunque contablemente computaban como recursos propios. Diferencia sustancial con las ayudas otorgadas a los bancos europeos que se hicieron directamente como capital de la máxima categoría. El modelo de las cajas Pronto se puso de manifiesto que el plan era insuficiente, aunque se realizaron algunas fusiones entre cajas conformando entidades nuevas de mayor tamaño. Pero había aparecido un nuevo problema con los mercados; ahora el foco del problema se desplaza al singular modelo jurídico de las cajas de ahorros, que no es entendido por unos mercados internacionales que habían financiado sin reservas a todo el sector. En julio de 2010 un segundo D.L. aprueba la transformación en bancos de las cajas, abriendo una vía natural para financiar y especialmente capitalizar a las entidades a través de instrumentos habituales en los mercados financieros. En esas mismas fechas la Autoridad Bancaria Europea (EBA) publicó las primeras pruebas de resis-

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