Página 3 del número 187, de diciembre de 2011
OPINIÓN ALBERTO 18/11/11 12:37 Página 1 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es - www.castillayleoneconomica.es/blogs/gacetillero-2-0 c El imperio del sentido común Asistimos en Valladolid a la exposición de su programa económico casi un mes antes de ser elegido presidente de España por una abrumadora mayoría. Al finalizar su alocución, los dueños de las principales empresas familiares de nuestro país presentes en el acto coincidieron en señalar que no es precisamente la alegría de la huerta, pero sus palabras estaban llenas de sentido común, ése que tanto nos ha faltado durante la crisis. Estamos hablando de Mariano Rajoy. Alguien pensará: ?otro que se sube al carro ganador?. No, simplemente plasmaré el contenido de unas propuestas económicas anunciadas ante los mayores empresarios familiares de España (Mercadona, Adolfo Domínguez, Mango, Acciona, Planeta Corporación, Prosegur, Gestamp ...) en el Auditorio Miguel Delibes. Como el propio Rajoy indicó en ese discurso, no se trataba de un mitin -la campaña electoral aún no había comenzado oficialmente en esa fecha-: ?a diferencia de ocasiones anteriores, no voy a hablar de lo que creo que tiene que hacerse, sino de lo que haríamos?. Pues bien, hágase sin excusas, porque tiene las manos libres gracias a la aritmética parlamentaria. Por eso, recordamos algunas de las propuestas, para exigirle que las cumpla en el menor tiempo posible porque este país sin rumbo ya no puede esperar más, aunque los hasta ahora anestesiados sindicatos y los indignados ocupen las calles con manifestaciones tan multitudinarias como fútiles. De paso, podemos, debemos, reclamar a Rajoy que exija a los gobernantes autonómicos de su partido, como en Castilla y León, que apliquen sus recetas, pues buena falta nos hacen algunas. ¿Qué dijo Rajoy en Valladolid ante una selecta audiencia que iba asintiendo con los movimientos de sus cabezas las propuestas escuchadas? Tomen nota: aprobación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria para desarrollar la última reforma de la Constitución (como dijo Sarkozy por esas fechas, ?un país que no hace el esfuerzo para controlar sus gastos es un país que ha dejado de ser independiente?); un Pacto Territorial por la Austeridad y la Eficiencia; y una Estrategia Nacional para evitar duplicidades y solapamientos entre administraciones ?para que dejen de malgastar los recursos públicos, disminuyendo los gastos supérfluos e innecesarios?, apuntó el político gallego. Respecto a los apoyos al tejido empresarial, el nuevo inquilino de La Moncloa adelantó la puesta en marcha de la Ley de Mercado Interior para eliminar la selva legislativa que sitúa a nuestro país en el puesto 147 del ranking mundial de dificultades para constituir un negocio; la reducción de organismos reguladores, que han proliferado como setas en los últimos años; y la disminución de la presión fiscal, sobre todo en pymes y autónomos, quienes sólo deberán pagar el IVA cuando hayan cobrado las facturas y quienes además podrán compensar los impuestos que deben a las administraciones con los pagos que éstas les adeudan. Junto a estas medidas, Rajoy anunció una reforma laboral más ambiciosa para aumentar la flexibilidad y movilidad, reducir el absentismo y priorizar los convenios de empresa sobre los provinciales o sectoriales para evitar desajustes entre las subidas salariales y el comportamiento de la inflación. Además, insistió en la necesidad de estabilizar el sistema financiero para volver a canalizar los créditos hacia las familias y las empresas y de restablecer la confianza en la sostenibilidad de nuestras cuentas públicas. Como ven, todo de sentido común. El granado grupo de asistentes a aquella intervención en Valladolid alabó el contenido del discurso, pero con la sombra de la duda de si una vez en La Moncloa, el ejercicio del poder alejaría a Rajoy de esos principios. Dicen que el emperador persa Darío I el Grande, después de su derrota contra Atenas y Esparta, obligó a un criado a que le despertara todas la mañanas con la frase ?¡Cuidado con los griegos?, para quitarle los deseos de volver a intentar la conquista de la península helénica. Esperemos que en el futuro ningún asesor de Rajoy le tenga que susurrar todos los días: ?Mariano, el programa, el programa?. 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