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Página 3 del número 157, de junio de 2009

pg.3 21/5/09 16:54 Página 1 Mi experiencia en el paro C Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Coordinación Juana Daldea Víctor García Vanesa Gómez Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. C/ Miguel de Unamuno, 96 47008 Valladolid Telf: 983 01 81 81 Fax: 983 01 81 82 redaccion@castillayleoneconomica.es Suscripciones Telf: 983 01 81 81 Web www.castillayleoneconomica.es Imprime Campher Depósito Legal VA-247-1996 ISSN 1136-3096 uando escribo estas líneas, ya existen casi 174.000 parados en Castilla y León y la cifra supera los cuatro millones en España, donde el número de desempleados creció en 1,8 millones de personas en los últimos doce meses, unos dígitos nunca vistos en nuestro país. Detrás de estos fríos datos se esconden auténticos dramas personales y familiares, pues ya hay más de un millón de hogares con todos sus miembros en paro, más del doble que hace un ejercicio. Estos trágicos registros me recuerdan una etapa de mi vida en la que yo también estuve allí, en el lado oscuro del mercado laboral, es decir, las listas del Inem, donde uno sabe cuándo entra, pero nunca cuando va a salir. Fue allá por el año 1993, cuando nos sacudía con toda virulencia la anterior crisis que afectó a España. De esa experiencia como temporal Alberto Cagigas desempleado saqué varias conclusiones, que hoy quiero compartir con acagigas@castillayleoneconomica.es ustedes, por si alguno se encuentra en esa situación o por si el futuro se le presenta incierto. En una coyuntura de brutal desaceleración económica, casi nadie está a salvo de salir despedido -en el sentido literal del término: ser arrojado- de su puesto de trabajo. Era algo que a mí ni se me pasaba por la cabeza pues trabajaba desde los 16 años, primero en faenas variopintas durante el verano para pagarme mis reducidos dispendios juveniles y más tarde, ya en la Facultad de Ciencias de la Información -esa maravillosa máquina bien engrasada de producir miles de parados al año-, haciendo prácticas en periódicos durante las vacaciones de Semana Santa y en los meses estivales. Es más, ni pude terminar la carrera junto a mis compañeros universitarios, pues antes de empezar el quinto curso me contrató un diario y tuve que compaginar los estudios con mi labor de periodista hasta obtener mi licenciatura. En 1993, y ya habiendo alcanzado el cargo de redactor-jefe desde que tenía 25 años, decidí dar un giro a mi trayectoria profesional y cambiar de periódico para afrontar nuevos desafíos. Fue un paso hacia adelante ... al abismo. El nuevo rotativo, tras una nefasta gestión, quebró y nos vimos todos en la calle. Primera lección, por mucha ilusión, experiencia laboral y ganas de trabajar que tengas, como estés en el sitio equivocado pasas a engrosar con suma facilidad la lista de la población desocupada. El paro en períodos de recesión es una pandemia de la que nadie puede decir que está a salvo, a no ser que se apellide Botín o similar. Segunda lección. Ningún apático burócrata del Inem -antes las competencias sobre la gestión del desempleo las tenía el Estado- te va a encontrar un empleo, por lo que tu trabajo como parado consiste precisamente en eso, en acceder de nuevo al mercado laboral, para lo que no es descabellado dedicar una jornada diaria de ocho horas. Hay que ser inmunes al desaliento y abarcar todas las vías posibles. Además, y como en los asesinatos, la solución al problema puede encontrarse en el círculo más cercano, es decir, hay que insistir con los familiares, compañeros de la profesión, amistades y contactos personales para intentar volver a ser una persona activa, porque para ellos no eres sólo un número más en el inventario del desempleo. Recuerdo aquella época como en la que más cafés me he bebido en mi vida con los colegas periodistas para que me dieran pistas sobre las posibles ofertas en los medios de comunicación y los futuros proyectos en el negocio mediático. Tercera lección. Eso de la especialización está muy bien, pero conviene no ser muy quisquilloso y aceptar ofertas laborales aunque al principio no se ajusten a tu perfil profesional. Lo importante es volver a trabajar y, ya dentro del mercado laboral, reorientar tu carrera profesional. Y les pongo un ejemplo. Yo me había centrado en información económica y sobre política parlamentaria (ésa que sólo leen cuatro diputados, tres periodistas especializados y dos funcionarios aburridos). Pues bien, el puesto que acepté fue para dirigir el periódico oficial de un prestigioso hospital, cuando mis conocimientos sobre sanidad se reducían a la aspirina Bayer. Por supuesto, acepté el reto como si durante toda mi vida hubiera estado esperando la oportunidad de escribir artículos sobre salud (un área que, por cierto, me acabó entusiasmando, porque esas noticias sí tienen mucha trascendencia en nuestras vidas). Cuarta lección. La estancia en el paro también es una fase muy valiosa para complementar y mejorar la formación, porque tiempo libre no falta, y hay que ocuparle con cursos especializados o con el aprendizaje de un idioma, aunque sean pagados de tu bolsillo, como si fuera una inversión. Cuanto mejor sea tu cualificación, con más facilidad encontrarás trabajo. Gracias a estas pautas, encontré empleo en menos tiempo del que esperaba en plena recesión. Al final, como no me gustaba la situación de la prensa, decidí dar el paso de fundar una revista, la que usted tiene entre sus manos, para cubrir un hueco en el mercado, pero ésa es otra historia. Nº Junio 157 2009

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