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Página 3 del número 144, de mayo de 2008

editorial 15/4/08 13:16 Página 1 OPINION De la fiebre al coma l ladrillo ha pasado de estar afiebrado a un estado de coma en poco menos de un año, por las causas que ustedes ya conocen, como la sobreoferta de viviendas, el elevado endeudamiento de las familias españolas, la subida de los tipos de interés -las decisiones del BCE siempre cogen a España con el pie cambiado, pues cuando hace falta bajar los tipos, la autoridad monetaria aprueba lo contrario, y al revés-, la falta de liquidez de los mercados financieros por la crisis de las hipotecas basura que han dejado a los promotores con unas gigantescas deudas sin posibilidad de renegociarlas, o el aumento del desempleo que suprime a potenciales compradores. Casi todos los constructores sabían que este cambio de ciclo iba a suceder porque no se podía manteAlberto Cagigas ner el ritmo de construcción de viviendas ni las espectaculares subidas acagigas@castillayleoneconomica.es en sus precios, pero muy pocos pudieron adivinar que el ajuste iba a ser tan duro, sobre todo por el contagio de la crisis de las hipotecas subprime en EE UU, que ha puesto patas arriba a los mercados financieros internacionales. Como esta caída del mercado inmobiliario se veía venir, algunos empresarios aprovecharon los años de bonanza donde hicieron una generosa caja para diversificar sus actividades con el fin de depender menos de la venta de pisos, a la vez que abordaron una prudente expansión geográfica, incluso en el extranjero, para no concentrar riesgos en una única zona. Pero otros, pese a saber que la crisis era inevitable, no tomaron medidas a tiempo. ¿Por qué esa dejadez? Un constructor de nuestra región, que sí tiene una compañía muy diversificada, me lo explicó hace poco: ?en mi empresa, sólo el 25% de la facturación procede de la venta de viviendas y el otro 75% se reparte entre obra pública, concesiones administrativas y servicios. Sin embargo, en mi cuenta de resultados, el porcentaje es el contrario, porque el mercado inmobiliario me aportaba hasta ahora el 75% de los beneficios. Muchos han querido explotar la gallina de los huevos de oro hasta el final y se han pillado los dedos?. Y ésa es una gran verdad, porque no conozco ningún negocio donde los márgenes fueran tan elevados como en el mercado inmobiliario, lo que ha llevado a que inversores y emprendedores sin experiencia en el mundo del ladrillo se hayan introducido en este lucrativo sector. ?Pero si hasta mi dentista está haciendo una promoción de chalés?, me espetó otro sorprendido constructor ante el intrusismo empresarial. Este crecimiento descontrolado de la vivienda ha sido permitido por todos. Por las administraciones públicas, porque de esta forma obtienen unos ingentes ingresos vía impuestos y tasas y porque al ser un sector de mano de obra intensiva reducía las listas del paro; por los bancos y cajas, que no dudaron en respaldar con dinero a los promotores porque la venta de pisos siempre va ligada a la comercialización de hipotecas y un sinfín de productos financieros, como seguros de vida, planes de pensiones o tarjetas de crédito, entre otros; y por los consumidores, que han jugado a la ruleta rusa al vender su vivienda para comprar otra más cara mediante el endeudamiento. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Dejamos que el mercado ponga a cada uno en su sitio como penitencia a tanto desmadre o apostamos por adoptar medidas intervencionistas? Ante los pasados días de vino y rosas del negocio inmobiliario, más de uno piensa que es necesaria una drástica criba, pero lo cierto es que se trata de un sector que da trabajo a más de 140.000 personas en nuestra comunidad autónoma, mueve a muchas otras actividades y anima el consumo. Los constructores de Castilla y León transmitieron recientemente varias propuestas al Gobierno regional, como aumentar la inversión pública -algo que parece cumplirse porque la licitación de obra de las administraciones crecerá un 20% en nuestra región en 2008-, reducir los impuestos tanto a compradores como a las constructoras, planificar más viviendas de protección oficial e inyectar fondos para aumentar la liquidez. En caso contrario, vaticinan que pueden perderse 40.000 empleos hasta 2009 y peligrar la supervivencia de un elevado porcentaje de las 1.500 empresas que engloba el sector en nuestra región. Como no nos podemos permitir ese coste laboral, social y económico, no queda más remedio que tomar medidas, pero ¿aprenderemos de los errores del pasado? E Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Departamento Comercial Juana Daldea Víctor García Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. 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