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Página 3 del número 128, de enero de 2007

pg.3 19/12/06 13:53 Página 1 OPINION Disueltos como azucarillos a reciente crisis intestina de Acor, que es la mayor cooperativa de Castilla y León con cerca de 9.000 socios remolacheros de las nueve provincias, refleja, más allá de los enfrentamientos cainitas entre sus antiguos y actuales gestores, una patología que afecta a un alto porcentaje de empresas y cooperativas ubicadas en el mundo rural: su escasa diverfisicación pese al potencial con el que han contado. Acor ha registrado unos elevados beneficios durante muchos años -superiores incluso a los 36 millones de euros en algunas campañas-, pero no fue capaz de aprovechar ese músculo financiero para introducirse en nuevos negocios. Ahora se dispara la alarma por la reforma de la OCM del azúcar, la reducción de la cuota remolachera, el menor proteccionismo a este cultivo y porque las plusAlberto Cagigas valías mantienen una caída sostenida -en la campaña 2005-06 se reduacagigas@castillayleoneconomica.es jeron a 11,2 millones de euros- debido al incremento de los costes, sobre todo energéticos, y al abaratamiento del precio de la remolacha. Desde hace bastante tiempo se sabía que el actual modelo de agricultura europea iba a desaparecer, porque resulta muy difícil explicar a los ciudadanos comunitarios que el 40% del presupuesto de Bruselas se destina a subsidios agrícolas, cuando los agricultores son sólo el 1% de la población. ¿Qué hizo Acor para no concentrar riesgos en el monocultivo remolachero? Poco, como la adquisición del 10% de Koipe y su posterior venta, a cuya operación destinó casi 44 millones de euros en una maniobra que parece más especulativa que de inversión a largo plazo. A cambio, se quedó al margen de la compra de acciones en Azucarera y de las posteriores fusiones que dieron lugar a Ebro Puleva, con lo que podría haber formado parte del núcleo duro del mayor grupo agroalimentario del país, algo que sí hicieron las cajas de Castilla y León. Menos mal que la cooperativa inició un proyecto de cultivos agroenergéticos y en la actualidad está construyendo una planta de biodiésel, pero por el camino se quedaron muchas oportunidades perdidas pese a contar con unos cuantiosos recursos económicos. Los expertos han insistido durante los últimos años en que el futuro de las empresas y cooperativas agrarias pasa por la concentración del sector mediante alianzas o fusiones, ya que tanto las compañías de distribución como de suministros han aumentado de tamaño y tienen mayor poder para negociar los precios de compra. Además, recomendaron innovar en los productos para aportar más valor añadido; diversificar los ingresos con nuevas actividades; potenciar la comercialización y las marcas; profesionalizar la gestión; y salir a los mercados exteriores. En definitiva, estar menos atentos a las subvenciones estatales y comunitarias y a cambio emprender nuevas líneas de negocio en turismo rural, energías limpias, agroalimentación o explotaciones forestales. ¿Y se han hecho esos deberes? Pues salvo unas pocas excepciones, me temo que no y tal vez sea tarde para poner remedio, después del drástico recorte anunciado por el Estado para el desarrollo rural de Castilla y León, que puede perder en los próximos seis años más del 66% de los 1.511 millones de euros recibidos en el período 2000-06 al dejar de ser una región Objetivo 1. El compromiso de las empresas agrarias va mucho más allá de cuadrar las cuentas de sus balances y registrar beneficios, porque sobre sus espaldas recae la responsabilidad social -lo quieran o node mantener la población en las zonas rurales, con el apoyo de las administraciones, que lo han tenido. Allí donde la gestión de esos negocios ha sido eficaz, se mantienen los pueblos con vigor, porque los jóvenes encuentran empleo. Sólo hay que darse una vuelta por Guijuelo, Íscar, Fuentepelayo, Moraleja del Vino o San Pedro del Arroyo para ver su dinamismo al estar ubicadas excelentes empresas y cooperativas. Por desgracia, la mayor parte de los municipios rurales de Castilla y León no han tenido unos emprendedores capaces de aprovechar ni los fondos comunitarios ni la riqueza natural del entorno y terminarán, si me permiten la metáfora para esta tierra remolachera, disueltos como azucarillos en la vorágine de una economía globalizada que penaliza la ineficacia. L Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Departamento Comercial Juana Daldea Víctor García Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. C/ Miguel de Unamuno, 96 47008 Valladolid Telf: 983 01 81 81 Fax: 983 01 81 82 redaccion@castillayleoneconomica.es Suscripciones Telf: 983 01 81 81 Web www.castillayleoneconomica.es Imprime PrinterMan Depósito Legal VA-247-1996 ISSN 1136-3096 Nº 128 Enero 2007 OPINION

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