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Página 3 del número 126, de noviembre de 2006

pg3 20/10/06 11:12 Página 1 OPINION El espejo irlandés xiste un creciente vértigo y una sensación de vacío en el estómago ahora que nos acercamos a 2007, año en el que, como ustedes saben, Castilla y León pierde su condición de Objetivo 1 de la UE, debido a su convergencia económica con el resto de los vecinos comunitarios y, por lo tanto, recibirá menos ayudas de la UE. Cuando escribo estas líneas, aún se desconoce la magnitud de ese recorte, que sin duda será profundo, aunque de momento los Presupuestos Regionales para el próximo ejercicio dejan de ingresar 113 millones de euros procedentes de Bruselas. En un mercado globalizado, nuestro cambio de estatus no ha podido llegar en peor momento al coincidir con el pleno despegue de las economía emerAlberto Cagigas gentes, como China e India en Asia o los países del Este en Europa. Si a acagigas@castillayleoneconomica.es esta coyuntura le añadimos un claro favoritismo presupuestario del Estado español a las regiones más nacionalistas para satisfacer -seguro que en vano- su bulimia reivindicativa, la verdad es que en estos pagos dan ganas de decir: el último que apague la luz. Pero frente a un endémico determinismo cultural enquistado en la falta de confianza sobre la capacidad emprendedora de esta tierra; no hay motivos ideológicos, políticos, biológicos o geográficos para impedir que Castilla y León mantenga la senda de su crecimiento económico en los próximos años. Aunque, claro, hay que cambiar de actitud; ahora salimos del cascarón protector de la UE para empezar a buscarnos la vida de manera más independiente. Otros ya lo han hecho, como es el caso de Irlanda, que ha sido capaz de aprovechar los fondos comunitarios para pasar de ser uno de los países más pobres de Europa a situarse como uno de los más ricos del mundo. Que yo sepa, los irlandeses nunca destacaron por su vocación empresarial, sino más bien por sus cervezas, su música y su literatura. En poco más de una década han sido capaces de superar siglos de agitación política, conflictos sociales y retraso económico. ¿Y cuál ha sido la receta del milagro irlandés? Pues nada nuevo, pero aplicado con eficacia, a saber: un acuerdo social entre sindicatos y empresarios para abordar un duro ajuste motivado por la apertura económica -los negocios menos competitivos tuvieron que cerrar sus puertas y despedir a los trabajadores, pero a la larga su tejido empresarial se especializó en industrias de alto valor añadido-; la eliminación de la burocracia administrativa para crear empresas; la desregulación de sectores como las telecomunicaciones; bajada de impuestos a las empresas; fuerte inversión en educación; impulso a la investigación universitaria relacionada con productos orientados a la demanda del mercado; y absoluto respaldo a las carreras universitarias especializadas en ciencia y tecnología. Esto dentro de su casa, mientras que en el exterior se lanzaron a una frenética carrera por atraer las inversiones de las multinacionales, con el resultado ya conocido: Irlanda ha captado más de mil corporaciones internacionales en los últimos años, entre las que se encuentran las mayores compañías tecnológicas y farmacéuticas del mundo. Aparte de articular las medidas necesarias para ser atractivos a la inversión, los irlandeses también contactaron con todos sus emigrantes, sobre todo en EE UU, que ahora son prestigiosos ejecutivos o multimillonarios empresarios en su nueva tierra de acogida. Estrecharon las relaciones con esos hombres de negocio para convencerles de que también podían invertir en Irlanda, como destaca asombrado en su último libro el prestigioso periodista norteamericano Andrés Oppenheimer. De estas medidas desarrolladas con éxito por los irlandeses, no hay ni una que no se pueda aplicar en Castilla y León -de hecho, ya se están dando los primeros pasos en alguna-. Nuestros alegres y cantarines vecinos norteños nos demuestran que las limitaciones de los pueblos no son económicas, sino mentales y políticas. A principios de los ochenta, de Irlanda sólo consumíamos su cerveza (Guinness), su música (U2) y su literatura (James Joyce). Hoy les compramos tecnología e incluso media Europa se desplaza en sus líneas aéreas de bajo coste (Ryanair). E Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Departamento Comercial Juana Daldea Víctor García Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. C/ Miguel de Unamuno, 96 47008 Valladolid Telf: 983 01 81 81 Fax: 983 01 81 82 redaccion@castillayleoneconomica.es Suscripciones Telf: 983 01 81 81 Web www.castillayleoneconomica.es Imprime PrinterMan Depósito Legal VA-247-1996 ISSN 1136-3096 Nº 126 Noviembre 2006 OPINION

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