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Página 3 del número 105, de febrero de 2005

pg.3 24/1/05 18:27 Página 1 OPINIÓN Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Departamento Comercial Juana Daldea Víctor García Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. C/ Miguel de Unamuno, 96 47008 Valladolid Telf: 983 01 81 81 Fax: 983 01 81 82 Correo electrónico redaccion@castillayleoneconomica.es Suscripciones Telf: 983 01 81 81 Web www.castillayleoneconomica.es Imprime Gráficas Calima Depósito Legal VA-247-1996 ISSN 1136-3096 La economía tampoco simpatiza con los nacionalismos C asi siempre pasa desapercibido el poder de la sociedad civil. Los medios de comunicación reflejamos una realidad distorsionada, donde nuestros políticos ocupan la mayor parte del espacio informativo, dejando relegados todos los demás planos de la realidad. Pero la sociedad civil está ahí, viva. Nos dimos cuenta con la lección de ética y honestidad de Pilar Manjón, portavoz de la Asociación de Víctimas del 11-M, durante su intervención en la comisión que investiga los atentados de Madrid, quien lanzó una dura acusación contra los políticos y los periodistas por su labor después de los brutales ataques del fundamentalismo islámico. Y días después, la sociedad civil volvió a moverse mediante el boicot de los productos catalanes en Madrid en respuesta a las declaraciones del líder de Esquerra Republicana de Cataluña, Carod Rovira, contra la candidatura olímpica de la capital de España. Y más tarde, la sociedad civil reapareció con las aportaciones económicas de ciudadanos anónimos a los países del sudeste asiático afectados por el tsunami o, por poner un ejemplo más doméstico, durante los actos de protesta de los salmantinos en contra del traslado de documentos del Archivo de la Guerra Civil. Se ciernen nubarrones sobre el horizonte de la historia de España, con un riesgo de balcanización sin precedentes. El auge de los nacionalismos periféricos, que han conseguido protagonizar la vida política del país, unos mediante el respaldo de los terroristas y otros apuntalando a un Gobierno central necesitado de apoyos parla- mentarios, llena de hastío al resto de los españoles. Y me temo que ése es uno de sus objetivos, aburrirnos tanto que del rechazo a los proyectos nacionalistas pasemos a la total indiferencia con tal de que dejemos de ver la cara -en el amplio sentido de la palabra- de políticos mesiánicos como Ibarretxe o Rovira. Porque aparte de poner en peligro la naturaleza del Estado español, Constitución incluida, la rapiña nacionalista puede terminar con los años de crecimiento económico de nuestro país. Aunque la afirmación pueda parecer exagerada, lamentablemente no es así. En primer lugar, y como ya ha advertido un influyente periódico económico norteamericano, se avecina un período de inestabilidad institucional, que es el peor escenario posible para los potenciales inversores extranjeros, quienes no se arriesgan a poner ni un dólar en las zonas afectadas por una incertidumbre política. En segundo lugar, las presiones de los nacionalismos sobre la política económica del Gobierno español pueden fulminar los criterios de estabilidad presupuestaria para ampliar el nivel de endeudamiento de las comunidades autónomas, en contra de las directrices de la UE, que abogan por un estricto control del gasto público. Y en tercer lugar, las demandas de estos nacionalismos radicales han paralizado la modernización de las comunicaciones en las regiones, como Castilla y León, que parten de un histórico déficit de infraestructuras. Y no se trata de una lectura política de los planes del Ministerio de Fomento, sino de las cifras aportadas por los con- Nº 105 Febrero 2005 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es tratistas, que reflejan una brutal caída de la licitación de obra pública de la Administración central en nuestra comunidad autónoma en el último año. Nos esperan meses en los que tanto los dirigentes de los partidos de ámbito estatal como los ciudadanos españoles deberán hacer frente a los envites nacionalistas. Del acierto de los primeros y de la templanza de la sociedad civil dependerá tanto el futuro institucional del país como su desarrollo económico. Nos jugamos mucho como para despachar con un simple ?estoy hasta las narices? las atávicas reivindicaciones localistas que arremeten contra los principios de subsidiariedad del Estado, pero a la vez no debemos caer en la tentación de adoptar posturas cainitas contra el pueblo vasco o catalán, pese al visceral rechazo que nos suscitan alguno de sus talibanes políticos, que en ninguno de los dos casos representan ni tan siquiera a la mayoría de los ciudadanos cuyos intereses dicen defender. 3

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