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Página 3 del número 102, de noviembre de 2004

pg.3 20/10/04 13:11 Página 1 OPINIÓN Director Alberto Cagigas Directora Comercial Luisa Alcalde Departamento Comercial Juana Daldea Víctor García Diseño Gráfico Marta Higuera Corresponsales Ávila Antonio Mayoral Burgos César Presto León Nuria González Palencia Alberto Abascal Salamanca Elena Cordero Segovia Fernando Aranguren Soria Saturio Ugarte Zamora Óscar Alonso Motor Santiago Garnica Fotografía Ana Rodríguez de la Vega Consejo Editorial Roberto Escudero, Francisco Ledesma, José Andrés Lorenzo, Juan Carlos de Margarida, Victoriano Martín, Olga Ogando, José del Ojo, José Ramón Perán, Carlos Sánchez-Reyes, Antonio de Santiago, José Miguel Useros Edita EDICIONES LA MESETA S.L. C/ Miguel de Unamuno, 96 47008 Valladolid Telf: 983 01 81 81 Fax: 983 01 81 82 Correo electrónico redaccion@castillayleoneconomica.es Suscripciones Telf: 983 01 81 81 Web www.castillayleoneconomica.es Imprime Gráficas Calima Depósito Legal VA-247-1996 ISSN 1136-3096 Por una globalización de rostro humano E n una conferencia magistral impartida en Carrión de los Condes (Palencia), cuna de alguno de los más ilustres economistas españoles, el profesor Juan Velarde desmitificó varios axiomas de la globalización al asegurar que con este fenómeno ha aumentado la riqueza en todo el planeta, incluida África. Y para ello, aportó algunos datos, como que el porcentaje del continente negro sobre el PIB mundial creció del 2,7% al 3,1% durante el siglo XX, mientras que el de Europa y Norteamérica descendió del 59,7% al 47,6% a favor de otras zonas del planeta como Japón, Iberoamérica o Asia. Según estos porcentajes, durante la pasada centuria se ha redistribuido, aunque sea a pequeña escala, la riqueza en el mundo. Las cifras están ahí, pero invitan a hacer muchas anotaciones a pie de página. El propio Velarde indicó que los primeros en señalar la globalización fueron Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, quienes ya en 1848 vislumbraron la evolución de los mercados internacionales: ?la gran industria ha creado el mercado mundial ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media?. No me digan que no es un texto premonitorio. Todos sabemos la respuesta que se dio en Rusia al capitalismo manchesteriano aplicado en la Europa más avanzada. Al final, el sistema comunista terminó en un rotundo fracaso porque los papeles aguantan muy bien cualquier teoría, pero no la economía productiva. Por su parte, al capitalismo más salvaje también le tocó evolucionar para incluir unos derechos mínimos para los trabajadores e introducir mejoras en la sociedad hasta alumbrar el Estado del Bienestar. Pero la globalización puede fagocitar las coberturas sociales del capitalismo de rostro humano cuando hoy en día los países más industrializados explotan los recursos naturales y humanos del Tercer Mundo, exportando sólo el modelo económico sin aportar su sistema político. Fábricas sí, pero sin democracia. Y esa situación tiene que explotar en algún momento. De poco sirve llevar las factorías a las zonas más pobres del planeta, que ofrecen una mano de obra casi gratis total, cuando no se dota a esos países de una sólida estructura política basada en unas elecciones y en la separación de los poderes. Como advierte Velarde, el informe sobre el índice de corrupción en el mundo ilustra que los países menos corruptos son los más desarrollados (el norte de Europa y América del Norte), mientras que los que tienen los gobiernos más depravados son los más pobres (África y ex repúblicas soviéticas). Sin un sistema político fiable no hay desarrollo económico, pero a occidente le da igual y ha empezado la casa por el tejado. Lo peor de todo es que ese vacío social está siendo ocupado por el fun- Nº 102 Noviembre 2004 Alberto Cagigas acagigas@castillayleoneconomica.es damentalismo religioso, con las consecuencias que ya conocemos. La globalización se conforma de momento con ampliar mercados y trasladar cadenas de montaje a zonas más baratas, lo que acarrea la famosa deslocalización. En una sociedad opulenta como la nuestra ya no se habla de reducir la jornada a las 35 horas semanales -en Francia ya se lamentan de haber sido los primeros en aplicar este calendario-, sino que se aspira a importar las condiciones laborales del tercer mundo al primero -flexibilidad de la mano de obra, contratos basura, temporalidad en el empleo-; como ocurre en Alemania, donde la mayor potencia industrial de la Vieja Europa se ha dado cuenta de que tiene unos operarios muy caros y, o trabajan más pero sin contraprestación salarial, o se llevan las fábricas al Este. La globalización alcanza a casi todo el planeta, pero con el modelo aplicado no es de extrañar que los países menos desarrollados piensen: ?pobres de nosotros, tan lejos de Dios y tan cerca de occidente?. 3

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